Terminaba la entrada anterior diciendo: - Cuando somos capaces de ver nuestras sombras y aceptar nuestras partes, somos capaces de poner luz a nuestro camino.- Es importante entonces conocer nuestras creencias. Yo creo algo con respecto a lo que oigo, veo, vivo, hago. Yo puedo decir las mismas palabras a muchas personas, y cada una entenderá cosas distintas, porque cada una tiene creencias distintas.
La creencia tiene que ver con la educación, y la primera infancia, donde nos enamoramos de nuestros padres, y hemos creído prácticamente todo lo que ellos han dicho. Que yo era buena o mala, que es difícil comunicarse con los demás, que los hombres no lloran, que la enfermedad es sufrimiento y culpa, ...
No sólo lo que hemos oído, sino de lo que hemos visto. Cuando veo materializada la idea, por ejemplo, de que el mundo es un lugar peligroso o de que cuesta mucho ganar dinero, porque mi padre llegaba tarde a casa, porque le vi sufrir, le vi preocupado, porque vivo la escasez económica, que al final es escasez energética, entonces veo materializado aquello que se dijo en un momento determinado, por tanto inmediatamente voy a llevarlo a mi vida, voy a convertirlo en creencia, y como consecuencia lo voy a vivir.
Por eso es tan importante que tengamos conciencia de los pensamientos que nos abordan, y del lugar que esos pensamientos están ocupando en nuestra psique, en nuestro consciente.
Si tengo la creencia "La vida es dura", de alguna forma yo estoy materializando o buscando en la vida dureza. Yo voy a convertir mi vida en algo difícil, porque debajo hay una creencia. Si tu crees que la vida es dura, tu vida es dura. Uno va llevando a la práctica lo que cree. Dice el doctor Wayne Dyer en Tus zonas mágicas: una descripción acertada de la condición humana sería: "Según pienses, así serás ".
Hay un relato sobre tres hombres que estaban trabajando en la construcción de un edificio, alguien que paso por allí, dirigiéndose a ellos les preguntó: ¿ qué están ustedes haciendo ?
El primero, casi sin inmutarse, le responde - Aquí estoy poniendo ladrillos -
El segundo, levantando la cabeza y dejando a un lado por un momento su actividad, le contesta -Estamos construyendo un muro -
El tercero, orgulloso de su trabajo, afirmó - Construimos la iglesia de mi pueblo -.
Los tres hacían la misma tarea, sin embargo, cada uno pensaba de forma diferente su trabajo. Una misma situación percibida por dos personas puede adquirir una dimensión muy diferente. No se puede afirmar categóricamente "Esto es así", es más adecuado el planteamiento "yo esto lo percibo así", porque la forma en que hemos aprendido a interpretar la realidad, va a condicionar nuestro estado de ánimo y éste el enfoque que daremos a nuestra vida.
Por eso el optimismo es esencial en la vida, puede hacernos la vida mucho más fácil, el secreto esta en dejar de imaginarse una vida sin problemas o adversidades, para comenzar a aceptar que las dificultades son parte de la vida y que depende de cómo las enfrentemos y cuánto nos afectará, o dejemos que nos afecten.
Quienes cultivan el optimismo vital, mantienen una actitud de calma y esperan que les sucedan cosas buenas, pues consideran que los acontecimientos positivos tienen relación con el esfuerzo y trabajo personal. Las personas optimistas prefieren ser constantes a esperar tener buena suerte.
Confían en que podrán superar las adversidades y en que podrán aprender de los acontecimientos negativos para fortalecerlos como persona. Recuerda el proverbio que dice: nada es verdad o mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.
Las actitudes de apertura son propias de quienes viven las dificultades como problemas a resolver, buscando la salida más eficaz posible. Cuando se encuentran en un apuro, no pierden mucho tiempo en lamentarse y se dedican a hallar las salidas al problema. Las actitudes cerradas las mantienen quienes perciben las dificultades como amenazas, cierran las puertas de las soluciones, se enclaustran en lo dramático y ven, sobre todo, las dificultades.
Hay que elegir, se trata de optar, de decidir qué tipo de pensamientos y actitudes nos resultan más convenientes.
La vida cotidiana se empeña en proporcionarnos a menudo situaciones difíciles de sobrellevar y de superar. Pero el pensamiento positivo nos ayuda a gestionarlas, enfoca las relaciones humanas de una manera más equilibrada.
Sí ya se, estarás pensando - "Que más quisiera yo que ser optimista, pero la vida me ha hecho ser realista" - cuidado, esta afirmación casi siempre oculta una renuncia al cambio; que se basa en que las personas son como son y en que es inútil esforzarse por cambiar el carácter y la actitud de la gente.
Nada más falso. Hay que reconocer que todos tenemos un componente genético difícil de modificar, pero la personalidad se compone también de conductas aprendidas y sobre éstas sí se puede actuar.
Para ser consecuente con el espíritu de este sitio: se aprende intelectualmente pero se aprehende sumando la experiencia personal, te propongo que hagas una mirada retrospectiva sobre tus últimos cinco o diez años y observa cómo han evolucionado tus actitudes ante los diversos acontecimientos que te han tocado vivir ...
Estoy segura que ya no eres el mismo, ya no saltas ante la primera contrariedad, ya no te irrita cualquier cosa, ... Y si la vida nos cambia, ... ¿ por qué no podemos modificar voluntariamente nuestra manera de ver las cosas, para poder vivir más positivamente ?
Las dificultades son oportunidades que nos da la vida para fortalecernos. De esas batallas podemos salir reforzados y con una mayor autoestima, piénsalo.
Dice Merlina Meiler en un artículo reciente, "La vida nos depara sorpresas y aprendizajes permanentemente, y cuanto más nos acostumbramos a tomar decisiones enfrentando la incertidumbre, más se desarrollará nuestra creatividad, nuestra inteligencia".
Condimenta el día a día con una buena dosis de humor, como lo sugerí en la entrada La risa - A entrenar, si no eres propenso a reír pues comienza a entrenarte, todo se puede, recuerda lo dicho sobre la risoterapia ... Intenta ser feliz, trabaja en ello, todos los días, ... vale la pena.
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