lunes, 24 de octubre de 2011

El Tiempo y el Yo

Sigo con el tema: tiempo, es interesante repensar lo dicho en Teoría de la Relatividad - Otra mirada - Primera parte y las sucesivas, acerca de que el tiempo se lentifica mientras que el espacio se contrae cuando vamos a grandes velocidades, y que no somos consciente de ello porque todo depende de la posición del que observa. En otras palabras, si viajo en un tren a cierta velocidad, dentro del tren observo que quien esta a mi lado esta quieto, mientras que si miro hacia afuera, todo parece moverse en sentido contrario al movimiento del tren.

Ahora te invito a mirar el cielo, que descubras, si aún no lo habías visto antes, la enorme cantidad de estrellas que tenemos en nuestra galaxia (varios cientos de miles de millones), aunque de todas ellas sólo unas pocas son visibles. Pero no importa cuantas ves, porque esto no va de astrología ni de cosmología, sólo pretendo mostrar que: toda esa luz que contemplas, cuando miras las estrellas, procede de lugares remotos y de un espacio-tiempo que ya no es, toda esa luz que percibes pertenece al pasado, puesto que la estrella más cercana a nuestro Sol, Próxima Centauri, esta a cuatro años luz, y después de esta ya tenemos que empezar a contar las distancias en cientos de años-luz.

Cuando miras el cielo estrellado estás mirando pues al pasado, porque la luz viaja a aproximadamente 300.000 km por segundo, como ya se dijo alguna vez, y por tanto es necesario el transcurso de cierto tiempo para percibirlas, de modo que cuando la luz de una estrella llega a tu retina la estrella ya no esta allí.

Un poco lo mismo que cuando nos observamos a nosotros mismos, cuando nos autoobservamos también estamos mirando al pasado aunque no somos demasiado conscientes de ello, igual que nos pasa cuando miramos las estrellas: creemos que están ahi encendidas, como si fueran las lucecillas de una fiesta, nada de eso, esas lucecillas que vemos ya no están alli, la fiesta se terminó hace millones de años luz. Y esa es la trampa que se encuentra oculta en el verbo mirar y sus correlatos, ver, observar o descubrir.

No sabemos mirar porque cuando miramos lo hacemos desde un concepto. Desde la neblina de esas gafas que nos impiden ver las cosas tal y como son, no importa si lo que miramos es un árbol o una flor, no importa lo sencillo que sea aquello que miramos: siempre lo hacemos desde nuestra previa categorización del mundo, la cosa ya se complica cuando miramos a nuestro prójimo y mucho más cuando nos miramos a nosotros mismos.

Podemos aprender de esto que nadie sabe como es en realidad porque siempre se mira a través de una abstracción, una abstracción de si mismo. Abstraer, según la RAE es separar por medio de una operación intelectual las cualidades de un objeto para considerarlas aisladamente. entonces ¿quién soy yo?

¿Y cómo saberlo si cuando nos miramos lo hacemos desde esas gafas conceptuales que llevamos puestas cuando miramos cualquier cosa? Una pequeña encuesta entre mis conocidos, a la pregunta de quién soy yo, la mayor parte de las respuestas obtenidas se acumulan y parapetan entre estos conceptos:

Un nombre, unos apellidos, un carnet de identidad.

Un cuerpo, una cara, una presentación social.

Una profesión.

Un pueblo, un origen, una ciudad o entorno social, etnia o grupo.

Un estado civil, un hijo, un padre, una maternidad, una familia.

Una hazaña deportiva, una afición, un viaje, una aventura, un periplo.

Una obra literaria, científica, politica, etc.

Un carácter, una patología, una enfermedad, una forma de ser.

¿ Te has hecho a ti mismo esa pregunta?. Bien, ahora imagínate que has escrito cinco respuestas diferentes a esa pregunta, en cinco diferentes papelitos, y comienzas a descartar una por una tus respuestas. Al final te quedarás con un ultimo papelito en tus manos. Esta ultima respuesta es el Yo que crees esencial, el resto, los descartes, son Yoes accesorios, prescindibles.

¿ Cual es tu último papelito ? No hace falta que lo digas, pero te voy a dar la respuesta que dio Shopenhauer a esta pregunta. Shopenhauer era uno de esos pensadores que invirtieron gran parte de su vida en pensar sobre este mismo asunto y que se debatió toda su vida en la contradicción de no importarle nada lo que los demás opinaran de él y que por consiguiente no leyeran sus obras.

Este señor ha sido uno de los pensadores que más han influido en la manera en que nosotros hoy nos imaginamos el mundo, se puede decir que Shopenhauer era un ser obsesivo, misantrópico y excéntrico pero de tonto no tenia ni un pelo.

Su hallazgo filosófico más importante y por el que es reconocido académicamente hablando es que - como él mismo proclamaba - había resuelto el problema del noumeno kantiano.

Kant había sido su maestro y era en aquella época junto a Hegel uno de los bastiones de la filosofía alemana. Lo que Kant planteaba es algo que hoy ya no discute nadie: que la realidad que percibimos no es la realidad-real, sino aquella parte de la realidad que somos capaces de representar y que al ser representada se modifica.

Kant dividió la realidad en dos partes: la realidad fenoménica de la que tenemos noticia a través de nuestros sentidos, por ejemplo de un dolor de vientre, o el picotazo de una abeja y la realidad noumenica es decir aquella parte de la realidad que no podemos representar y que escapa de este modo a nuestra percepción.

Volviendo al ejemplo del árbol y la flor es evidente que cada persona ve un árbol o una flor distintos según su experiencia previa. Recuerda cuando viste un árbol o una flor por primera vez, quizá tengas la experiencia de recordar la primera vez que viste el mar. Esa mirada de niño, inocente del que descubre algo por vez primera es la experiencia noumenica, pues sin experiencia previa no seria posible tener una experiencia fenoménica de qué cosa es el mar y esa primera mirada limpia de categorías ya no volverá a producirse nunca más.

Es por eso que la infancia es aquel lugar donde codificamos el mundo y es por eso que la infancia sea tan vulnerable a cualquier suceso que la perturbe.

Lo que Kant plantea es la imposibilidad humana de captar la realidad tal y como es, pues en toda realidad existe algo noumenico que no está codificado, no está representado y es por tanto inefable. Lo que decimos hoy es que mi percepción de la realidad contiene siempre un cierto sesgo que va aumentando, cuanta más implicación emocional tengo con lo observado. Por ejemplo, solemos cometer más errores cuando observamos algo que nos desagrada que cuando contemplamos algo agradable. ¿Y qué decir cuando nos observamos a nosotros mismos y a nuestras razones?

La novedad que Shopenhauer introdujo en la teoría Kantiana es que hay algo en el noumeno que si puede ser apresado, no todo él es opaco o inaccesible para la experiencia mental humana. Y si puede ser apresado es porque tenemos un instrumento que nos lo posibilita, este instrumento es el cuerpo o como diríamos hoy en términos más psicológicos, la intuición, la subjetividad o la capacidad de anticipación.

Hoy se sabe que nuestra mente es un simulador intencional de acciones, es decir algo que va más allá que la experiencia pasiva y receptiva que Kant le asignó. La mente humana no solamente recibe inputs de la realidad sino que los crea constantemente y más que eso: a través de ese juego constante de inputs y outputs modificamos la realidad. O dicho de otra forma: la realidad no es algo objetivo e inamovible sino que interactúa con ese generador intencional que es nuestro cerebro y la modifica.


Qué es lo esencial en el Ser, el Yo esencial es un vacío con conciencia. O dicho de una manera más simple, lo que yo soy y usted es es simplemente eso, el Ser replegado sobre si mismo: ya lo dicen los físicos que el vacío absoluto no existe y que siempre se conserva algo de energía, seguramente esa energía que anima lo animado es precisamente lo que Shopenhauer llamaba la Voluntad y otros como Freud llamaron la libido, otros el chi y otros de cualquier otra forma, pues ese vacío burbujea y se expande como dicen que hace el universo, es expande desde el principio de los tiempos que ahora se llama big bang o sea desde que decidimos nacer.

Pero ese vacío aspira a rellenarse, a veces le basta un nombre, una propiedad, una bandera, unas señas cualesquiera de identidad, pero es precisamente esa identificación la que nos separa de los otros y no sólo de los otros sino de la realidad, es por eso por lo que algunos como Krishnamurti se empeñan en decirlo:

De lo que se trata es de aprender a mirar.

El arte de mirar como si fueramos niños, mirar dentro de uno mismo: ahi está la clave, el Yo esencial es el Ser siendo.


Para aquellos que quieran aprender a ver las estrellas y no quieran tropezarse con sus recuerdos, sus condicionamientos, sus prejuicios o sus sesgos perceptivos les aconsejo lean este post donde Paco Traver recoge un texto de Krishnamurti y que se llama "El arte de ver".

Esta entrada es un extracto de un artículo de Paco Traver sobre Quién soy yo y que puedes ver completa aquí.




jueves, 20 de octubre de 2011

El Tiempo y la conciencia

He mostrado lo difícil que es definir el tiempo, hay varias miradas - que he ido apuntando en anteriores entradas -, pero aquí quiero referir a porque le viene bien a la mente el tiempo fluyendo.

Terminaba la entrada anterior diciendo: le viene bien a la mente considerar el tiempo fluyendo, porque sino no existiría conciencia. Cave decir aquí que se entiende por conciencia, del latín es "conocimiento compartido", diferente de consciencia ser consciente de ello.

Conciencia se define en general como el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno, se refiere a la moral o bien a la recepción normal de los estímulos del interior y del exterior.

Conciencia se refiere al saber de sí mismo, al conocimiento que el espíritu humano tiene de su propia existencia, estados o actos. Conciencia se aplica a lo ético, a los juicios sobre el bien y el mal de nuestras acciones.

La conciencia se entiende como la capacidad de valorar el presente. A efectos prácticos, la conciencia se refiere a la capacidad que nos indica qué está bien o mal. Estas valoraciones del instante que acontece, permiten al individuo percibirse a sí mismo como alguien capaz de modificar su entorno o por el contrario como alguien sujeto a unas restricciones que le superan.

Tenemos conciencia cuando sabemos lo que está aconteciendo en nuestro Yo y otorgarle un concepto, ya en lo que es propio de nuestro mundo interior, ya en lo que es el mundo exterior que en él se refleja.

La conciencia presenta algunas propiedades claramente diferenciadas: dinamismo, unidad o totalidad, subjetividad, intencionalidad y conocimiento certero. La conciencia predispone a la persona a actuar de forma equilibrada entre su cosmovisión y los hechos percibidos en el presente.



La cosmovisión es el conjunto de saber evaluar y reconocer que conforman la imagen o figura general del mundo, que tiene una persona, época o cultura, a partir del cual interpreta su propia naturaleza y la de todo lo existente en el mundo.

Ahora sí, entremos a reflexionar el artículo de Paco Traver sobre Tiempo y conciencia. Dice: Los humanos percibimos al tiempo como algo que fluye en dirección al futuro, que arranca del presente y tiene proyecciones hacia atrás, hacia el pasado.

En realidad esa condición del tiempo no es real, sino un artefacto de nuestra conciencia. El tiempo, según la teoria de la relatividad, no es sino una coordenada, un punto, un instante tal y como se recoge en la cita de Heidegger

No es el tiempo lo que se os da, sino el instante.
Con un instante dado, a nosotros nos corresponde hacer el tiempo.

el resto es un constructo ilusorio de nuestra mente.

A nadie de nosotros se nos ocurriría imaginar el espacio como un constante fluir, y sin embargo nuestra percepción intuitiva es que el tiempo pasa, corre y fluye, algo que se opone a la equivalencia espacio-tiempo que conocemos desde la teoría de la relatividad descrita por Einstein y que hoy no discute nadie.


Pero si el tiempo forma parte del espacio y es inseparable de él, ¿ por qué nuestra percepción es la de un tiempo en movimiento ?

Todo parece indicar de que a nuestra mente le viene muy bien esta concepción de un eterno fluir del tiempo. En realidad no existiría conciencia humana sin tiempo fluyendo. Pues sin tiempo tampoco existiría el Yo y sin Yo careceríamos de historia, identidad y seríamos sólo autómatas sin proyecto.

El Yo es una parte de la conciencia que asegura la continuidad de la experiencia; otra cosa es meterle el dedo al concepto y averiguar "quien soy yo", una de esas tareas filosóficas de enorme calado, y que han motivado a grandes pensadores y filósofos de la mente a exprimirse los sesos, sin que nadie haya acertado a contestar ni de lejos esa pregunta. La aproximación más acertada - y que procede del propio Heidegger - desde mi punto de vista es esta: ser es tiempo.

Dicho de otra forma: nuestra mente se vale de un truco de prestidigitación para inventarse un tiempo a su medida, un tiempo sensible, ese que medimos con los relojes.

Es comprensible porque el Yo necesita echar mano de su memoria para dotar de contenido a la experiencia del hoy, sin esa comparación permanente, que realizamos con lo que ya hemos vivido, sería difícil asegurar una respuesta adaptativa a las circunstancias cambiantes y a las novedades que nos plantea la existencia.

Es evidente que, aunque tener conciencia no supone en sí mismo una ventaja biológica, el saber que se tiene una conciencia, el de disponer de un Yo - una conciencia que se sabe a si misma - sí tiene ventajas biológicas.

Para Llinás el Yo sería un órgano de síntesis (una idea que podemos rastrear incluso en Freud) y lo situa además en el tálamo, esa gran olla a presión donde se dan cita todas las referencias sensoriales y del cerebro profundo; el Yo para Llinás sería el resultado del cómputo de toda la parafernalia neuronal que allí se da cita, pero no todo el mundo está dispuesto a aceptar de entrada que ese constructo realmente exista y algunos neurocientíficos como Dennet parecen prescindir totalmente de él en su modelo de mente.

Lo cierto es que el Yo es una patata caliente de las neurociencias, pues no puede explicarse a través de la simple computación neuronal.

Benjamin Libet fue un neurofisiólogo famoso por un experimento en cierta forma paradójico, o al menos inquietante, que parece negar el libre albedrío, y cuyas conclusiones vienen a señalar que en realidad toda la actividad que nosotros rotulamos, como voluntaria, está predeterminada inconscientemente mediante un esquema pre-motor.

Estos experimentos de Libet son muy citados por casi todos los defensores del determinismo maquinal de la mente y es para ellos la demostración de que eso que llamamos libre albedrío es poco más que una ilusión.

Es así como algunos entienden que resuelven el problema mente-cerebro, haciendo como Descartes y sacando a empujones la mente de una evaluación cientifica.

Algunos son bastante activos en la defensa de la ortodoxia computacional clásica y en un modelo de la mente maquinal y - neuronal por tanto -, por mi parte he llegado a una conclusión: la discusión se alimenta de prejuicios religiosos - como no podia ser de otra manera - puesto que casi todo el mundo sigue identificando alma con mente y siguen percibiendo la idea de Dios pululando por entre las sinapsis; y es bien cierto que algunos tienen horror a esta idea, mientras que otros - también es cierto - desearían encontrarse a Dios entre las neuronas.

Sólo así puede entenderse que algunos se definan como ateos, haciendo ostentación de ello como si fuera un mérito de su curriculum.

Yo no tengo ningún horror a los conceptos teológicos que subyacen en algunas formulaciones neurocientíficas, pero vaya por adelantado que no creo que alma y mente sean equivalentes y que reducir la actividad cerebral a la actividad neuronal no sólo no explica a la mente misma sino que además es falsa.

Interesante mirada sobre el tiempo y cómo se explica que nuestra mente haya construido este artilugio para definir el Yo, parte de la conciencia que asegura la continuidad de la experiencia. Puedes ver el artículo completo en este sitio.



martes, 18 de octubre de 2011

El Tiempo - Otra mirada

En anteriores entradas traje una mirada filosófica del tiempo, diferentes aportes de filósofos, aquí quiero mostrarte las reflexiones de Paco Traver que parten de analizar una frase de Sigmund Freud: El tiempo no existe en el inconsciente, y comienza puntualizando que la palabra tiempo tiene varias acepciones:

El tiempo, más conocido por todos, el cronológico, el que marca los relojes. La hora como intervalo simétrico igual a si misma en todos los casos.

El tiempo atmosférico, es decir el que se refiere al clima.

El tiempo como experiencia subjetiva, como tiempo vivido. Es esa extraña cualidad que hace que el tiempo transcurra más rápidamente cuando somos jóvenes y más lentamente cuando somos mayores, o estamos aburridos, se trata de un tiempo asimétrico donde no es posible asegurar que los intervalos del pasado son o serán iguales que los del futuro.

El tiempo como momento oportuno, como momento justo. Estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, algo que remite al sentido de oportunidad. El kairós de los griegos.

El tiempo al que se refiere Freud, no es fácil de identificar con los arriba mencionados. De lo que Freud hablaba era de la atemporalidad, es decir, de la eternidad.

La flecha del tiempo en el inconsciente no señala necesariamente hacia el futuro, y todos tenemos experiencias de esa realidad frecuentemente mientras soñamos, pareciera como si el cerebro humano poseyera un registro que permitiera, a los humanos, poner el tiempo del revés, cosa que no es nada rara, porque también podemos hacer otras cosas muy singulares cuando soñamos: volar, viajar a grandes distancias y recorrer escenas vividas o imaginadas sin necesidad de traspasar los muros de la lógica espacio-temporal.

Algo semejante sucede con la contradicción: mientras soñamos no podemos decir “no” y es por eso que para negar algo necesitamos afirmarlo.

Está absolutamente demostrado por algo más potente que la ciencia: la experiencia directa y personal, ¿quien no ha tenido un sueño donde el tiempo parece haberse quebrado, prolongado o torsionado por la narración onírica?

Helios Jaime es un lingüista de la Sorbona, de origen argentino, que recientemente ha publicado una monografia titulada “Ideosemántica de la inteligibilidad del universo”; en ella sostiene una hipótesis personal: que existen correspondencias entre las palabras - sus raíces semiológicas - y los hechos naturales de los que se ocupa la ciencia, es decir que entre el fenómeno y su aprehensión formal existe una palabra común para varias lenguas - con raíces compartidas - que tratan de apresar esta idea.

Se trata de una hipótesis muy sugerente porque nos permite predecir aquello de que “si tiene nombre seguramente existe” y lo “que no tiene nombre es seguro que no existe”. Parece una buena idea y en su trabajo pone ejemplos diversos acerca de estas correspondencias que existen entre determinadas palabras y realidades fácticas.

Se ocupa del tiempo, tal y como otro argentino ilustre - Jorge Luis Borges - hizo en forma de ficción, con aquella obra titulada "Historia del tiempo". Una frase de esa colección de cuentos dice: "El tiempo es una metáfora de la eternidad".

Efectivamente existen al menos dos clases de “tiempo”, de lo que los físicos y los cosmólogos podrian decir más cosas. Uno es eso que llamamos duración, y que mide esa entelequia (cosa irreal) que llamamos horas, una forma arbitraria de dividir el día, teniendo en cuenta lo que tarda la tierra en dar una vuelta completa sobre si misma.


Esta versión del tiempo que está relacionada con la duración de las cosas, de las cosas que están destinadas a desvanecerse o desaparecer, fue en realidad un invento de los griegos. Ellos le llamaron Cronos y más tarde los romanos le pusieron el nombre de Saturno. Y de ahi viene la voz castellana “cronológico” con el que identificamos el tiempo en su versión de duración, ese que es una especie de plazo fijo para las vidas de los seres humanos, y para todo lo vivo.

Pero los griegos tenían otra versión del tiempo, al que llamaron aion, que en griego actual significa “siglo” pero que en su versión clásica nombraba la expansión infinita o eterna del impulso vital. De ella deriva la voz latina “aevum” (eternidad) y la castellana “eones” con la que denominamos hoy una interminable cantidad indeterminada de tiempo y de ella procede también la voz francesa élan, impulso.

No deja de ser curioso que los clásicos de todas las culturas dispusieran de una palabra para designar el tiempo asimétrico, un tiempo vinculado al espacio tal y como sabemos hoy desde la enseñanza de Einstein. Y otra palabra para nombrar el tiempo como duración, algo que siempre es simétrico, lo que significa que una hora en el siglo X es igual a una hora del siglo XXI pues se trata de una convención, de algo consensuado.

Nada de esto parece suceder en el tiempo entendido como expansión permanente, desde el Big bang para acá nada hay de simétrico en el tiempo, el universo ha continuado su expansión, lo que es lo mismo que decir que, el espacio-tiempo se expande constantemente de forma infinita. Y equivale a decir que, no existe una correspondencia simétrica entre cualquier instante del pasado y del futuro.


Significa que el tiempo contemplado de esta manera está relacionado con uno de los criterios fundamentales de la fisica cuántica, aquella que enunció Heisenberg con el nombre de Principio de incertidumbre y que puede interpretarse de esta manera: aunque podamos atribuir duración (tiempo cronológico) a los fenómenos, a medida de que estos se alejan del presente hacia el futuro o el pasado, las previsiones son cada vez mas aleatorias.

Una cuestión que todos podemos experimentar con nuestra propia memoria: simplemente no podemos asegurar que nuestros recuerdos respondan a la verdad vivida desde el punto de vista histórico, nuestra memoria nos engaña o dicho de otra manera no podemos asegurar que lo que recordamos responda a la verdad experimentada puesto que se rigen por los principios cuánticos de probabilidad, las previsiones son asi aleatorias.

El tiempo se puede medir pero esta medida no correponde con el tiempo propiamente dicho.

El tiempo en realidad carece de duración.

Y este es precisamente el tiempo al que se refiere Freud cuando habla de la atemporalidad del inconsciente, va hacia adelante (futuro) y hacia atrás (pasado) y se rige por el prinicpio de Heisemberg , un principio cuántico más que por el determinismo clásico. Todo en él es probabilidad y aleatorio al menos cuando desconectamos la corteza cerebral y nos dormimos: no cabe ninguna duda de que si en el cerebro existe un representante del reloj (horlogue= horas+logos) es la corteza cerebral, una especie de delegación del tiempo como duración, del tiempo de Cronos, el que siega con su hoz la vida de los hombres.

Y todo parece indicar que en el interior o en las profundidades de nuestro cerebro existe una delegación abierta por la eternidad y que podemos observar fenoménicamente a través de nuestra imaginación, de nuestra interminable creatividad, algo que no tiene fin, que no tiene bordes y que se expande infinitamente.

Hasta aquí las reflexiones de Traver, es asombroso como asumimos el tiempo duración y omitimos el tiempo expansión, es decir atender a que el tiempo es una variable más con la que describimos el Universo, Einstein introdujo la idea de ese espacio-tiempo de cuatro dimensiones. Esto le viene bien a la mente humana - el tiempo fluyendo - porque no existiría conciencia sin el tiempo fluyendo, pero ese será tema de otra entrada.



viernes, 14 de octubre de 2011

El Cerebro - Otro aporte

En varias entradas anteriores mostre aspectos del cerebro, tan poco se sabe de él, cómo se relaciona con la mente, la imaginación, .... cómo se diferencian. Recuerdo lo que dice Rodolfo Llinás Riascos - lo que nuestra mente interpreta como real no es más que una hábil reconstrucción de nuestras neuronas, máquinas de soñar que construyen modelos virtuales del mundo real - mostré también que nuestros sentidos suelen confundirlo.

Mostré como los fenómenos paranormales logran engañarlo por unos segundos, creyendo ver lo que no es, pero no son sólo los fenómenos paranormales, también fenómenos comunes y corriente lo despistan.

A veces, nuestro cerebro puede ser engañado, nuestro sistema visual puede llevarnos a creer en cosas erróneas, veamos por ejemplo: Una noche de Luna llena, cuando la Luna esta a poca altura sobre el horizonte, parece de un tamaño mucho mayor del que parece tener cuando está sobre nuestras cabezas.

Si alguien esta ubicado de modo tal que la Luna esta sobre su cabeza, la verá de un tamaño más pequeña. Es bastante probable que haya personas simultaneamente, donde ven la Luna cerca del horizonte y donde la ubican sobre sus cabezas, pero entonces la Luna no puede estar a la vez cerca y lejos de la Tierra, ¿ que esta sucediendo ?

Lo que sucede es que nuestros cerebros son incapaces de interpretar de forma correcta las señales que provienen de nuestros ojos. Cuando la Luna está cerca del horizonte y miramos hacia ella, en nuestro campo visual además de la propia Luna, tenemos; montañas, edificios, árboles, etcétera.

Nuestro cerebro no es capaz de discernir que la Luna y el resto de los objetos están a distintas distancias. De hecho, el cerebro computa que la Luna está a la misma distancia que nuestro horizonte, el cual, por cuestión de perspectiva, nos parece más lejano que el cenit, es decir, el punto que está sobre nuestras cabezas.

Si a esto añadimos que el diámetro de la Luna es el mismo en ambos casos, obtenemos que nuestro cerebro interpreta que la Luna sobre el horizonte es mucho más grande que la Luna en el cenit.

La siguiente experiencia es también cotidiana y seguramente la has experimentado. Prueba a girar sobre ti mismo, más o menos rápido. Cuando dejas de girar tienes esa sensación de mareo y curiosamente uno ve como la pared que tiene enfrente gira en sentido contrario a como la veía cuando estaba girando.


Esto se debe a que el cerebro, a través de los ojos, percibe que la pared está quieta, en cambio el liquido de los canales semicirculares de los oídos sigue moviéndose por la inercia.

Así pues, el cerebro recibe dos informaciones contradictorias. Por un lado, los oídos le dicen que sigue girando y por otro, que ha dejado de hacerlo. Lo que hace el cerebro para interpretar esta discrepancia es construir una imagen que gira en sentido contrario a como la hacía antes.

¿Por qué? Porque por un lado, nuestros sentidos le comunican que todavía está girando y por otro, le dicen que la pared está quieta. Lo que interpreta es que está girando en sentido contrario al anterior y construye la imagen en consecuencia a ello.

Como se ve, no es necesario recurrir a magos o ilusionistas para confundir a nuestro cerebro, como también dice Llinás - El cerebro utiliza los sentidos para apropiarse de la riqueza del mundo, pero no se limita a ellos. Es básicamente un sistema cerrado, en continua actividad, como el corazón.

Se puede comprender mejor ahora cuando continuaba diciendo: Tiene la ventaja de no depender tanto de los cinco sentidos como creíamos. Por eso, cuando soñamos dormidos o fantaseamos, podemos ver, oír o sentir, sin usar los sentidos, y por eso el estado de vigilia, ese sí guiado por los sentidos, es otra forma de «soñar despiertos».

El cerebro es una entidad muy diferente de las del resto del universo. Es una forma distinta de expresar «todo». La actividad cerebral es una metáfora para todo lo demás.

Tranquilizante o no, el hecho es que somos básicamente máquinas de soñar
que construyen modelos virtuales del mundo real.

Con la voz musicalizada de relevantes neurocientíficos se realizó Ode to the brain (Oda al cerebro), quizás una de las mejores formas de presentarlo. Es un vídeo en el que consiguen transmitir el misterio y la belleza de este órgano, sorprendentemente pequeño para la información que acumula y las posibilidades que ofrece.

Se intenta comprender cómo esa masa gelatinosa y arrugada, abarcable con una sola mano, es capaz de los más elevados pensamientos y complejas teorías. Saber que todo lo que nos rodea llega a nuestro cerebro en forma de energía y que nuestros miles de neuronas, ese “telar encantado”, nos hacen conscientes de la realidad y de nosotros mismos.

Y cómo nos permite llegar a ver más allá de la realidad tangible, construyendo nuevos caminos, nuevas historias, ofreciéndonos la posibilidad de elegir quién somos y qué hacemos.




Para conformar esta entrada recurrí a Nueva Gandía que puedes ver aquí y para más datos sobre el vídeo en este sitio.



miércoles, 12 de octubre de 2011

Cineasta con más experiencia

A mediados del año pasado referí a mi afición por el mundo del cine, no sólo ver películas, sino realizarlas, elaborar el guión, definir el sonido, ... y más ahora, mucho más fácil gracias a la digitalización, es cuestión de largarse y disfrutar.

Muchas veces los resultados suelen ser entrañables desde lo afectivo, pero también hacer documentales sobre un tema determinado puede ser interesante, o hacer una crónica del crecimiento de los pequeñines, en fin, todo puede ser un excelente material.

En Mis comienzos como cineasta dije que contaba con un programa sencillo para la edición de vídeos, imágenes y sonidos, no lo mencioné entonces pero refería al Windows Movie Maker, pues entonces contaba con el Sistema Operativo: Windows XP.

La manera de trabajar con el programa es similar a lo que hacía con los rollos de 3 minutos de películas 8 mm o super 8, se empalman las diferentes tomas o fotografías, sólo que el empalme es en el monitor, por decirlo de alguna manera (no se despegan), pero las transiciones o los efectos se hacen pulsando determinados comandos, es cuestión de saber cual.

Aprendí a manejar el programa Windows Movie Maker, gracias a un sitio gratuito y muy didáctico, llamado Aulafacil.com, donde pude aprehender cada uno de los pasos a seguir y así pude hacer algunos cortos, que he subido para ilustrar otras entradas.


En la imagen superior puedes ver como aparece cuando ya has cargado las fotografías, esta toma pertenece a un pequeño corto que hice sobre mi ciudad. En la imagen siguiente puedes ver un detalle de la pantalla, el área inferior, área donde se detalla el guión, o sea, el trabajo propiamente.


Pero en esta vida el cambio es inevitable. Hace unos cuantos meses cambie de Sistema Operativo, ahora uso Windows 7, una versión más moderna del Windows XP, trae como novedad que cuenta con la interfaz Aero, lo cual implica un manejo más ágil, pero también que el programa para realizar películas se llama Windows Live Movie Maker, y no sólo el nombre es diferente, la manera de trabajar también es diferente, aunque el principio básico es el mismo.

En la siguiente imagen puedes ver la pantalla que aparece al abrir el programa, si la comparas con la primer imagen de esta entrada, puedes ver que son diferentes.


Sin embargo, aprehender aquel programa resulto fundamental para el manejo de éste. No sólo la apertura es diferente, la barra de herramientas también, entonces, comencé de forma intuitiva, tocando este o aquel botón, probando, equivocándome, vuelta a intentarlo, lograr ciertos avances, hubo retrocesos, descubrir ciertas funciones por casualidad o que aquella tecla era para ..., frustrarme a veces, en fin, un largo camino hasta lograr el cierto manejo de hoy en día.

Pero vale la pena, para una cineasta amateur como soy contar con esta herramienta, me posibilita presentar temas a través de pequeños cortos, como el que realicé el mes pasado, sobre una celebración histórica, el 150 aniversario de la Batalla de Pavón, vayamos al acontecimiento.

El 17 de septiembre pasado se celebró el 150 aniversario de la Batalla de Pavón, por tal motivo se realizó una representación de dicha batalla, en una estancia de la Provincia de Santa Fe, llamada Los Naranjos, ubicada en las afuera de la comuna de Rueda, pueblo donde vivieron mis abuelos maternos.

Por tal cercanía a mis afectos, ese pueblo es especial para mi, por eso, cuando me invitaron a esta fiesta, acepté el convite de inmediato, de niña fui innumerables veces allí, y porque además disfruto estar en contacto con la naturaleza y fundamentalmente, en medio del campo.

La recreación de la Batalla de Pavón fue realizada por profesionales venidos de la Capital, dedicados a la puesta en escena de acontecimientos históricos, con vestimenta y armas propias de la época. Unos encarnaban a la tropa de Urquiza otros la de Mitre.

Un estimado de tres mil personas presenciaron tal reconstrucción, entre autoridades, invitados especiales, escolares y público en general, todos alegres y expectantes de un espectáculo poco frecuente en ciudades del interior del país.

Alrededor de las diez de la mañana se dio comienzo con una misa oficiada por el Obispo de la ciudad de San Nicolás de los Arroyos, hombre oriundo de Rueda, para luego concentrarnos alrededor del alambrado perimetral del sector de la estancia destinado a tal fin.

Luego de una hora y media de contienda, como cierre, descendientes de las familias Urquiza y Mitre, presentes en el campo de batalla, se dieron un apretón de manos, como gesto simbólico del anhelo de la mayoría, de terminar con los antagonismos que, tantas veces ha dividido a nuestra patria.

No más palabras, las imágenes ilustrarán mejor lo allí realizado. En el siguiente vídeo he sintetizado hora y media de acción y aprendizaje. El ruido, un tanto molesto, se originó en el fuerte viento reinante, aquella mañana.



He vuelto a la realización de películas, me gusta sobre todo hacer documentales familiares, ... el tiempo se lleva a los niños, dejando adultos amantes de aquellos tiempos de inocencia y primor, es saludable para el espíritu, rescatar aquellas vivencias que el tiempo y el olvido, lo suprimen de la memoria.


domingo, 2 de octubre de 2011

La Risa - Otra aproximación 2 /

Mostré en la entrada anterior uno de los enfoque que sobre la risa hizo Henri Bergson, referido a que "la fuente del misterioso fenómeno de la risa es la rigidez, y que su función es la de habilitar un mecanismo social mediante el que corregir la "distracción" de sus miembros."

En otra parte decía: "To­da sociedad pequeña que se forma en el seno de la grande, tiende así, por un vago instinto, a inventar un medio de corregir y suavizar la rigidez de las cos­tumbres en otro ambiente contraídas y que es nece­sario modificar. No de otro modo procede la socie­dad propiamente dicha. Es indispensable que cada uno de sus miembros atienda a cuanto le rodea y procure amoldarse al medio ambiente, no recluyén­dose en su propio carácter como en una torre de marfil. Y por esta razón hace que se cierna sobre ca­da uno, si no la amenaza de una corrección material, la perspectiva al menos de una humillación que no por ser levísima deja de ser temida. Tal debe ser la misión de la risa. La risa, algo humillante siempre para quien la motiva, es verdaderamente una espe­cie de broma social pesada.

Hay otro aspecto de la risa que Bergson aborda para justificar cómo y porque la rigidez es la clave de lo cómico, al enfrentarse a la vida y al alma, pura flexibilidad. Dice: "Toda deformidad sus­ceptible de imitación por parte de una persona bien conformada puede llegar a ser cómica."

¿No resultaría de ahí que el jorobado hace el efecto de un hombre que no sabe tenerse bien? Di­ríase que su espalda contrajo un pliegue defectuoso, y que por obstinación material, por rigidez, persiste en la costumbre adquirida. Tratad de ver únicamen­te con los ojos. No reflexionéis, y sobre todo abste­neos de razonar. Suprimid lo adquirido: marchad en busca de la impresión ingenua, inmediata y original.

[...] expresión cómica del semblante es la que no promete más de lo que da. Es una mueca única y definitiva. Diríase que cristalizó en ella toda la vida moral de la perso­na. Y he aquí por qué una cara es tanto más cómica cuanto con mayor fuerza nos sugiere la idea de algu­na acción sencilla, mecánica, que hubiera absorbido para siempre la personalidad.” (Págs. 26 - 27)

Es preciso que [todo] cambie a cada mo­mento, porque dejar de transformarse es dejar de vi­vir. El gesto ha de animarse como ella. Ha de acep­tar la ley fundamental de la vida, la de no repetirse nunca.

Pero he aquí que un cierto movimiento del brazo o la cabeza que se repite periódicamente, siempre igual. Si lo observo, si basta para distraerme, si lo aguardo en cierto momento y llega cuando lo espe­ro, tendré que reírme contra mi voluntad. ¿Por qué? Porque estoy en presencia de un mecanismo que funciona automáticamente. No es ya la vida la que tengo delante, es el automatismo instalado en la vi­da y probando a imitarla. Es lo cómico.

Imitar a alguno es extraer la parte de auto­matismo que ha dejado introducirse en su persona. Es, pues, hasta por definición, hacerle cómico y no debe admirarnos que la imitación haga reír.(Págs. 32-33)

¿Pero por qué nos reímos de este artificio mecáni­co? Que la historia de un individuo o de un grupo se nos aparezca como un juego de engranajes, de resor­tes o de hilos, es sin duda algo extraño; ¿pero de dón­de precede el carácter especial de la rareza? ¿Por qué es cómica?. A estas preguntas, que suscitan muchas for­mas, daremos siempre la misma respuesta.

Ese rígido mecanismo que alternativamente sorprendemos, co­mo un intruso, en la continuidad de las cosas huma­nas, tiene para nosotros un especial interés, porque re­presenta como una "distracción" en la marcha de la vida.

Si los acontecimientos pudiesen atender constan­temente a su propio curso, no habría esas coinciden­cias que hemos señalado, ni esos encuentros, ni esas series circulares; todo marcharía hacia adelante en progreso continuo.

Si todos los hombres estuviésemos siempre atentos al curso de la vida, en continuo con­tacto con los demás y con nosotros mismos, nunca parecería que las cosas se mueven por hilos o resortes.

Lo cómico es aquel aspecto de la persona que le hace asemejarse a una cosa, ese aspecto de los aconteci­mientos humanos que imita con una singular rigidez el mecanismo puro y simple, el automatismo, el movi­miento sin la vida.

Expresa pues, lo cómico, cierta im­perfección individual o colectiva que exige una correc­ción inmediata. Y esta corrección es la risa. La risa es, pues, cierto gesto social que subraya y reprime una distracción especial de los hombres y de los hechos.

Determine­mos ahora en virtud de qué caracteres la vida, con­templada desde fuera, parece basarse en un simple mecanismo. Bastará examinar los caracteres opues­tos y se obtendrá la fórmula abstracta y general de todos los procedimientos de comedia.

La vida se nos presenta como una evolución en el tiempo y como una combinación en el espacio. Considerada en el tiempo, es el progreso continuo de un ser que está envejeciendo sin cesar, es decir, que nun­ca vuelve atrás ni se repite. Considerada en el espa­cio, presenta elementos tan íntimamente solidarios, tan exclusivamente hechos los unos para los otros, que ninguno de ellos podría pertenecer al mismo tiempo a dos organismos diferentes: cada ser es un sistema cerrado de fenómenos incapaz de interferen­cias con otros sistemas.

Cambio continuo de aspec­to, irreversibilidad de fenómenos, individualidad perfecta de una serie encerrada en sí misma: he ahí los caracteres exteriores (reales o aparentes, poco importa) que distinguen lo vivo de lo puramente mecánico. Obrando ahora a la inversa tendremos tres procedimientos cómicos, que llamaremos, si queréis, repetición, inversión e interferencia de series. Fácil es comprobar que estos procedimientos son los del vodevil y que no podrían ser otros.” (Págs. 70-72)

Como era de esperar, y como puede verse por cuanto queda dicho, lo cómico de las palabras sigue de cerca a lo cómico de la situación y llega a confundirse con lo cómico del carácter.

Si el lenguaje conduce a efectos ridículos, se debe únicamente a que es una obra humana, calcada con la mayor exactitud sobre las formas del espíritu humano. Hay en el lenguaje algo que vive de nuestra propia vida; y si esta vida del lenguaje fuese plena y perfecta; si no hubiese en él nada cristalizado; si el lenguaje, en suma, fuese un organismo completamente unifica­do, incapaz de fraccionarse en organismos indepen­dientes, no le alcanzaría lo cómico, como no le al­canzaría tampoco a un alma que tuviese una vida armónicamente fundida, tersa, semejante a la super­ficie de un agua serena.


Pero no hay estanque en cu­yas aguas no floten hojas secas; no hay alma huma­na sobre la cual no pesen hábitos que le comuniquen cierta tiesura y rigidez para consigo misma y para con los demás, no hay lengua, en fin, tan flexible, tan profundamente viva, tan presente en cada una de sus partes, que elimine lo hecho y pueda resistir a las operaciones mecánicas de inversión, transposi­ción, etc., a que se la quiera someter, manejándola como si fuese una simple cosa.

Lo rígido, lo hecho, lo mecánico por oposición a lo flexible, a lo vivo, a lo que está siempre cambiando; la distracción como lo contrario a la atención, el automatismo, en fin, como contraste de la libre actividad, he ahí, en suma, lo que subraya la risa y lo que aspira a corregir.” (Págs. 99-100)

EL ALMA ES GRACIA, LA CORPORALIDAD ES AUTOMATISMO

En resumen: sea cualquiera la doctrina que prefiera nuestro raciocinio, nuestra imaginación tiene ya su filosofía bien definida. En to­da forma humana advertirá el esfuerzo de un alma que modela la materia, alma infinitamente flexible, de movilidad constante, exenta de pesadez por no es­tar sometida a la atracción terrena.

Esta alma comu­nica algo de su ligereza alada al cuerpo que anima, le infunde su inmaterialidad, que al pasar a la materia constituye lo que llamamos gracia. Pero la materia se resiste obstinadamente. Atrae a la actividad de ese principio superior, y le querría infundir su propia inercia y reducirlo a un puro automatismo.

Querría fijar los movimientos inteligentes corporales trans­formándolos en contracciones estúpidas; solidificar en una perpetua mueca las movibles expresiones de la fisonomía; imprimir, en suma, a toda la persona tal actitud, que pareciese sumida y absorta en la ma­terialidad de alguna ocupación mecánica en vez de renovarse sin descanso al contacto de un ideal lleno de vida.

Allí donde la materia logra condensar exteriormente la vida del alma, fijar su movimiento, des­terrar, en fin, la gracia, obtiene en seguida un efecto cómico. Si quisiéramos, pues, definir aquí lo cómico comparándolo con su contraste, habría que oponer­lo a la gracia mejor aún que a la belleza. Lo cómico es más bien rigidez que fealdad.” (Págs. 29-30)

Las actitudes, gestos y movimientos del cuerpo humano son risibles en la exacta medida en que este cuerpo nos hace pensar en un simple mecanismo.” (Pág. 31)

Que mirada tan aguda y esclarecedora. Cuántas veces vemos en la calle personas con cierto porte rígido, "automatizado", y es cierto, despiertan una sonrisa. Todos estamos inmerso en esto de ser humanos, pero veamos otro caso que expone Bergson.

Un hombre que va corriendo por la calle, tropieza y cae; los transeúntes ríen. No se reirían de él, a mi juicio, si pudiesen suponer que le había dado la humorada de sentarse en el suelo. Se ríen porque se ha sentado contra su voluntad. No es, pues, su brusco cambio de actitud lo que hace reír, sino lo que hay de involuntario en ese cambio, su torpeza.

Acaso había una piedra en el camino. Hubiera sido preciso cambiar el paso o esquivar el tropiezo. Pero por falta de agilidad, por distracción o por obstinación del cuerpo, por un efecto de rigidez o de velocidad adquirida, han seguido los músculos ejecutando el mismo movimiento cuando las circunstancias exigían otro distinto. He ahí por qué ha caído el hombre y por qué ríen los transeúntes.

Según mi visión, esta mirada "Bergsoniana" vuelve a marcar la necesidad de estar en el Ahora, para conectar con quien soy en realidad, para despojarme poco a poco del lastre que cargo por hábito o costumbre. Esa rigidez que se expresa a través del cuerpo, encorsetado por ideas o creencias que hay que repensar, ... y algunas abandonar, esta dando indicios de la falta de espontaneidad.

Se hace preciso indagar sobre uno mismo para saber quien soy en realidad. Ya mostré en anteriores entradas la necesidad de Meditar, pues la Meditación es el camino a ese saber, es la ciencia de la observación de uno mismo.

Como ya he mostrado también: la experiencia va conformando Esquemas Mentales, que muchas veces bloquean la posibilidad de innovar, de explorar nuestra forma de relacionarnos, por ello es tan importante vivir momento a momento, estar en el aquí y ahora la mayor parte del tiempo.