miércoles, 31 de agosto de 2011

Vida plena - Conocerte - Saber quien eres

Al comenzar Creencias - Ortega y Gasset decía: Para orientarnos y situarnos en el mundo necesitamos saber: cómo es el mundo, qué hay en él, cómo se comportan las cosas, ... para así acomodar el mundo a nuestras necesidades. No se puede vivir sin convicciones, sin interpretaciones del mundo.

En varias entradas fui mostrando la diferencia entre idea y creencia, consigne que idea es un pensamiento que se nos ocurre acerca de la realidad, mientras que creencia es el firme asentimiento y conformidad con algo. Según la Real Academia Española la creencia es la idea que se considera verdadera y a la que se da completo crédito como cierta.


Puede considerarse que una creencia es un paradigma que se basa en la fe, ya que no existe demostración absoluta, fundamento racional o justificación empírica (a través de la experimentación) que lo compruebe.

Sin embargo, más adelante en la misma entrada decía: Uno de los motores que ponen en marcha la búsqueda de nuevas explicaciones está en las paradojas con las que continuamente nos tropezamos y que la inercia de un conocimiento lineal rechaza, denominándolas excepciones a la regla, sin reconocerlas como expresiones de la complejidad de la realidad, la cual se anuncia a través de ellas.

El ser humano crea escenarios para sentirse real, pero la realidad que crea no resuelve los enigmas de la Realidad. Su esfuerzo no tiene como fin la creación de lo externo a él: si acaso es un intento para comprender su existencia o la materia de la que está hecho, a partir de dar forma a las posibilidades que emergen de la propia realidad.

Todos estos comentarios, en relación a lo dicho en las entradas anteriores, cobran otra significación. Si queremos vivir una vida plena se hace necesario bucear en nuestras creencias, en nuestro modo de ver el mundo, poner en cuestión las verdades heredadas y que hemos reforzado con nuestra experiencia, muchas de las cuales aceptamos como verdades absolutas e inamovibles, aún habiendo dejado de sernos útiles.

Decía en la última entrada: para Vivir una vida plena, resulta imprescindible conocerse, conocer nuestro potencial, quienes somos en verdad, y para ello necesariamente tendremos que revisar, cuestionar y seguramente despojarnos de aquellas creencias, que a la luz de los nuevos conocimientos, de las nuevas vivencias internas que experimentamos, nos impulsan a buscar respuestas más afín a quienes somos ahora.

Todo aquello que resuena, que hace ruido en alguna parte de mi ser, despierta en mi la necesidad de descifrarlo, de entenderlo. La curiosidad me impulsa a buscar diferentes miradas, una sola no siempre me posibilita la comprensión. Por lo general, acopio la mayor cantidad de información posible, ese acopio va abriendo cierta comprensión, luego, al intentar una síntesis, logro aprehender el contenido. Las diferentes miradas van dando una cierta dimensión a lo a desentrañar, lo van cargando de contenido.

Frente a la propuesta "Conocerse, saber quienes somos en realidad", uno se siente dispuesto aunque un tanto confundido, porque no sabe el cómo y hay tantos "iluminados" de pacotilla. Surge entonces la búsqueda para desentrañar a que alude el "conocerse uno mismo", vamos encontrando diferentes abordajes, a poco de andar descartamos a algunos, tomamos algo de otros, y seguro, en el mientras tanto, aprehendemos su significación.

Poco a poco comprendemos que es una tarea que requiere mirarnos con aprecio, que en lugar de juzgarnos impone aceptarnos, que en lugar de defender nuestra visión del mundo cave ponerlo en cuestión, interrogarlo, ... enriquecerlo.

Desde los comienzos de este sitio indague en las ciencias, también sobre los sentidos, porque a través de ellos accedemos a la realidad, y mostré que presentan fallos, el cerebro sus funciones y afecciones en general, el tiempo como fundamento de la realidad, así fui conformado un marco conceptual común posibilitador de una comunicación más clara y ajustada, minimizando los pre juicios. Siempre aspiro imprimir a mi hacer un espíritu de aventura, se que es tedioso adquirir un conocimiento nuevo, por tanto se vuelve indispensable crear un ambiente ameno y divertido para encarar dicho cometido.

Me asombra la gente dedicada a un tema en particular, hablando con frases grandilocuentes, más que trasmitir un conocimiento trasmiten una imagen de erudito. Lo llamativo de estos personajes es que al ser interrogados (para "desasnarnos") se incomodan, se vuelven evasivos, siguen con lo suyo sin prestar atención al "dudoso", como quien sigue un relato prefijado.

Tratando de impresionar como eruditos, estas personas logran que el auditorio comience a escuchar con ciertas reservas, se observa una pérdida de interés en algunos, y lo más lamentable es que ellos no lo registran, suelen decir - que poco interés muestran - refiriéndose a los otros. Como ya he dicho varias veces, el problema no esta afuera sino adentro. Mirarnos, reconocernos, asumirnos, preguntarnos, ... eso significa Conocerse, saber quienes somos en realidad.

Según mi experiencia, la mejor manera de detectar quien realmente me aportará un conocimiento de quien no lo hará, es en cómo reacciona frente a una pregunta inesperada, dejando entrever simultáneamente su honestidad intelectual. Entiendo que alguien pueda no tener respuesta a una determinada pregunta, en tal caso cabría esperar que diga: - no se, no se me había ocurrido pensarlo así -, o bien que re-preguntara a fin de averiguar hacia donde apunta la duda, o para vislumbrar la postura pre existente, en relación al nuevo conocimiento, del interlocutor.

Cuando alguien trata de ridiculizar, o se vuelve evasivo respecto del que interroga, es señal (de "huir") inequívoca que estoy frente a un gran impostor o a un gran memorioso, ambos infieren falta de experimentación con el tema que pretenden dominar.

En la entrada anterior referí el disociar lo que decimos de lo que quisimos decir, entiendo que esto se da mayormente cuando pretendemos trasmitir un conocimiento, una experiencia, de una cierta forma, es decir desde una sola perspectiva. Si realmente anhelamos que el otro alcance la mayor comprensión de lo que estamos diciendo, se hace imprescindible contar con diferentes enfoques.


El abordar un tema desde diferentes perspectivas posibilita, en principio, captar la idea, luego poco a poco ir asimilándolo, apropiarnos de él, lo que implica atravesar cierta comprensión, cierta confusión, cierta impotencia, avances, retrocesos, ... Cuando deseamos incorporar un conocimiento además, necesitamos tolerar un tiempo interno, sobre todo cuando ese conocimiento pone en cuestión alguna creencia, porque moviliza todo ese andamiaje de supuestos y acuerdos que abren un abanico de búsquedas subsidiarias.

Siempre tuve facilidad para las matemáticas, para mi es sinónimo de juego. Cada nivel de aprendizaje lo viví como una aventura apasionante. Esa facilidad seguramente la reflejaba hacia los demás, mi casa solía estar poblada de compañeras de colegio, resolviendo problemas matemáticos. Entiendo que sólo puedo trasmitir como un juego, lo que para mi lo es.

Las matemáticas por lo general tienen "mala prensa", pocos disfrutan de ella, porque pocos son los que logran trasmitirla como lo que son, un juego de ingenio y abstracción. Generalmente contribuyen a ese estándar profesores bien intencionados, pero carentes de pasión por lo que hacen, memoriosos sin duda que aburren a sus jóvenes alumnos.

En las últimas entradas referí a los Esquemas Mentales, que muchas veces bloquean la posibilidad de innovar, de explorar nuestra forma de relacionarnos. Estos Esquemas Mentales no son más que modos, muchas veces anacrónicos, de ver y comprender el mundo en el presente.

Pues bien, dicho lo dicho, queda más claro qué implica cuestionar, revisar "nuestros" Esquemas Mentales. Recuerdo lo que el Maestro respondió, ante la queja de su discípulo, sobre que siempre le echaba abajo sus creencias, que apunté en La Realidad - acuerdos - experiencias - recuerdos


"Lo que hago es prenderle fuego al templo de tus creencias para que,
cuando haya quedado destruido,
tengas una perfecta visión del cielo inmenso y SIN LIMITES ..."


Pretendo indagar y compartir contigo ciertos temas que tocan mis creencias, por tanto me movilizan. Encuentro cierta cuota de verdad en algunos abordajes, a pesar de no ajustarse a mi concepción del mundo, sin embargo, por alguna extraña razón, no puedo dejar de preguntarme y explorarlos, serán pues tema de otras entradas.



viernes, 26 de agosto de 2011

Conocerte - Conocer tu potencial

En la entrada anterior decía: Si quieres vivir una vida plena, es imprescindible conocerte, conocer tu potencial, saber quien eres en verdad, y esto abre en mi una serie de reflexiones, que quiero compartir contigo.


Si visitas periódicamente este sitio observaras varias cosas, primero, que he desarrollado temas variados en relación a la ciencia, lo que según mi visión nos da un lenguaje común, fundamentalmente en lo que como humanos nos iguala, en segundo lugar, habrás observado que utilizo la palabra referí y no hable, porque expongo temas por escrito, no hablo, y en tercer lugar, uso frecuentemente la frase "según mi visión", esto no es gratuito, entiendo que la mayoría de las personas disocian lo que dicen de lo que quisieron decir, dando por sobreentendido que el otro entiende, GUAUUUU y más grave aún disociamos lo que decimos ... de lo que hacemos.

Veamos, "según mi visión" conlleva un convite, porque alude a que es una opinión del tema que traemos entre manos, opinión que conformé en mi recorrido existencial, asumo por tanto que tu puedes, por tu propio recorrido, tener otra visión igualmente válida, y digo conlleva un convite porque dejo abierta la posibilidad para que repensemos mis dichos, tanto tú como yo, porque según como resuene en ti y en mi, acordaremos o no.

Según mi visión, esto de disociar entre lo que decimos y lo que quisimos decir es mucho más propio de los latinos, porque por un lado tenemos una lengua muy rica. El castellano o español (da igual) tiene una diversidad de palabras para aludir a la misma cosa, que parecería más fácil expresar nuestros pensamientos, nuestras ideas, y sin embargo, no siempre nuestro interlocutor ocasional comprende exactamente lo que estamos expresando, surgen los malos entendidos, porque nuestra formación no siempre es igualmente rica, y no alcanzamos a comprender que el saber es riqueza "per se", no es riqueza para mostrar sino riqueza para compartir y disfrutar.

El tiempo de escolarización no siempre es divertido, tuve maestras y profesoras que sabían de su tema, pero no le imprimían esa pasión que enamora a los niños y a los jóvenes, y se notaba, sobre todo, en comparación con quienes sí lo hacían; estos lograban que la mayoría quisiera saber más, investigar, descubrir. Digo esto, porque muchos quedan atrapados en sus experiencias juveniles y se invalidan frente a la posibilidad de descubrir mundos.

Por otro lado, no menos importante, es que somos muy "amigueros" (me permito inventar este término), usamos con bastante ligereza el término amigo, porque hay una necesidad de contar con la complicidad del otro, aderezado creo con algo de poder, de querer agradar, de sentirnos amados, ... claro que esto pasa por nuestra imaginación, nuestros deseos, y entonces suelen surgir los malos entendidos cuando el otro opina distinto, ¿cómo puedes?, ¿no eres mi amigo?.

Según mi visión la palabra amigo conlleva tiempo y trabajo. Tiempo, porque en el devenir veo qué cosas le hacen soltar una carcajada y qué cosas lo angustian, qué cosas lo entretienen horas y qué cosas evita, ... trabajo, porque a veces tengo que tolerar seudo desaires y otras veces agradecer su silenciosa compañía, hasta desarrollar ese "time" que todo vínculo tiene.

Al construir un vínculo, descubrimos partes del otro y mostramos partes de nosotros. No se hacen necesarias tantas palabras - hay tanto compartido que muchas cosas, tácitamente, están dadas -, por eso, si frecuentamos mayoritariamente a las mismas personas, nuestro lenguaje, nuestras actitudes, se empobrecen, se vuelven acotadas. Muchas veces nos enojamos con ellos porque no entienden, pretendemos o esperamos mágicamente que comprendan lo que estamos diciendo - o queriendo decir -, diría esperamos que sean "adivinos".

Por el contrario, al aceptar el reto de conocer gente fuera del grupo habitual, uno se permite ser visto y valorado por otros que no conocemos, necesariamente me obligará a ser más explícito en lo que digo, en cómo lo digo, ... tendré que poner atención en el otro, ser conciso, evitar ser ambiguo, ... en fin, es indispensable una actitud atenta y considerada, por eso muchos dicen - no se moverme con gente extraña, no me gusta - si uno lo piensa bien, sólo son argumentos para justificar la falta de compromiso, de una cierta cuota de audacia, ... porque aventurarse en terrenos inexplorados entraña desilusión o frustración, pero también, descubrimiento y aprendizaje.

Ahora, con las nuevas tecnologías, el mundo se ha diversificado más y tenemos acceso a él desde nuestro hogar, oficina, y si bien por momentos nos sentimos abrumados por tanta información, otras veces agradecemos lo relativamente fácil que es su manejo, o porque encontramos rápidamente respuesta a nuestra inquietud por saber o aprender.

Es interesante observar lo que sucede con las redes sociales, quienes nos conocemos de años, compartimos costumbres, una cierta "similitud" en la manera de ver el mundo, ... entonces tenemos cierta certeza de lo que el otro subirá a su muro, sin embargo, a poco de andar, comienzas a sumar otros contactos, por lo general amigo de tus contactos, y poco a poco te rodeas de personas en quienes tienes que, cómo dije: invertir tiempo y trabajo para construir un vínculo, y en el mientras tanto, te conoces y te reconoces en ese hacer.

También puedes conocer a personas de otras partes del mundo, por lo menos a mi me atrae hacerlo, tengo un contacto servio, yo de servio ni ahí, pero existe el traductor y me tomo el trabajo de traducir, a veces, para entender que dice, que cosas comparte con los suyos, descubro así otras costumbres, otros paisajes, la música que se escucha por allá, pero de nuevo, en el mientras tanto descubro quien soy, por dónde surgen las afinidades, las diferencias. Hay que agudizar el ingenio para abrir un vínculo, cuando ni la lengua se comparte, sólo se trata de experimentar este simple humano que soy.

Con respecto a disociar lo que decimos de lo que hacemos a mi me preocupa en relación con los niños, asumo que los adultos podemos tomarlo como verborragia del otro, pero los niños no pueden, no saben. Déjame ponerte un ejemplo que lo explicará mejor.

Muchas veces cuando los niños hacen algo inadecuado y que calificamos "desproporcionadamente" como grave, como volcar un vaso de jugo sobre su ropa recién puesta, algunos ofuscados suelen decir - si serás tonto - o - siempre haciendo pavadas - El adulto sabe que eso no es así, que no es tonto y que no siempre hace pavadas, sólo fue un accidente que le pasa a todos, pero el niño no sabe. Ahora, si de niño te repiten estas calificaciones con suficiente énfasis y con suficiente frecuencia, no dudo que lograrán adultos tontos y que harán pavadas.

Según mi visión, para lograr ambientes amenos y distendidos hay que trabajar todos los días con uno mismo. Para vivir mejor se hace necesario conocernos y reconocernos en cada momento, aceptando el convite que nos hace la vida para mirarnos y propiciar un mundo mejor. Un grano de arena no hace la playa, sin embargo, a la playa la conforman una infinidad de granos de arena.



Si quieres vivir una vida plena, es imprescindible conocerte, conocer tu potencial, saber quien eres en verdad


jueves, 25 de agosto de 2011

El Tiempo - Nuestra propia esencia

En las entradas anteriores referí a el tiempo, según un artículo del filósofo español Francisco Titos Lomas, que primero aborda el concepto desde una perspectiva diacrónica (a través del tiempo), a fin de exponer las opiniones de los más destacados filósofos, para luego de manera sincrónica (en una determinada época) arribar a algunas conclusiones.

En esta entrada quiero comenzar trayendo algunas de las opiniones allí vertidas, que en mi resonaron de algún modo, porque como fue dicho en Meditar para conocer mi potencial si quieres vivir una vida plena, es imprescindible conocerte, conocer tu potencial, quien eres en verdad, y a la luz de estos conocimientos aprehender lo que de suyo traen.

Según Bergson, el tiempo psicológico es irreversible. Si pudiéramos volver a vivir una situación comprenderíamos que ni nosotros, ni los que nos rodean, somos ya los mismos.

El tiempo no es para nosotros espectador sino que constituye en cierto modo, nuestra propia esencia, la trama misma de nuestro ser.

Cada momento presente es una especie de condensación de la vida anterior, y el yo que en él actúa es producto de la experiencia pasada.

El tiempo verdadero es el puro fluir de nuestra interioridad, desprovisto de toda medida, sentido como algo cualitativo.

Fuera de nosotros sólo hay espacio. En nuestro interior, en cambio, existe la verdadera duración.

A juicio de Bergson se han confundido espacio y tiempo. Si no hubiera un ser consciente que contemplara los hechos del mundo material, no podría decirse que en él existiera tiempo, sino sólo coexistencia y sucesión de realidades de suyo atemporales. Por eso el tiempo es indivisible e inconmensurable.

Si habitualmente medimos el tiempo, es debido a que lo proyectamos sobre el espacio. Un ser ajeno al espacio tendría una noción pura del tiempo, que se puede obtener si no separamos el presente de los estados anteriores, porque la duración pura no yuxtapone estados, sino que los fusiona.

El tiempo es el fundamento de toda la realidad. El fluir, que es la esencia del tiempo, embarga al hombre y a todas las cosas. El fluir, que es vida, cambio, tiempo, aunque nos es íntimamente conocido, resulta, sin embargo, indefinible, porque sólo se puede conceptualizar lo material y el tiempo no es una realidad material. Para captar la duración real hemos de utilizar la intuición en lugar del pensamiento.

El tiempo verdadero es duración de algo que cambia, y ese algo es la conciencia, la vida interior del sujeto psíquico, para quien el tiempo reviste un carácter radical, porque el hombre posee un ser de naturaleza temporal. Es el sujeto psíquico el que introduce la noción de tiempo en el universo material, donde sólo hay sucesión o coexistencia de fenómenos atemporales.

Para Heidegger, la comprensión de lo ya sido determina la comprensión de lo que actualmente somos. El presente, pues, aparece envuelto por la relación entre futuro y pasado. Estas tres dimensiones - pasado, presente, futuro - constituyen la unidad del ser humano y reciben el nombre de temporalidad.

El hombre no se limita a estar en el tiempo, sino que éste constituye su propia esencia. El tiempo es la textura más profunda de la existencia humana, que se patentiza como preocupación, y la preocupación cobra sentido en el tiempo.

Ortega y Gasset también dice que la temporalidad es la esencia de la vida humana. El hombre esta sujeto al tiempo, su vida transcurre en el tiempo, esta sometido a un continuo ser y dejar de ser, impulsado por el pasado va proyectando y avanzando hacia el futuro.

No sólo es lo que realmente es, lo que ha sido, sino también lo que ha de ser. El hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia.

El pasado es ahora real porque lo revivo, y cuando encuentro en mi pasado los medios para realizar mi futuro es, cuando descubro mi presente. Y todo esto acontece en un instante, en cada instante la vida se dilata en las tres dimensiones del tiempo real interior.

Ahora, con este conocimiento, volvamos a Realidad - Por qué meditar, allí referí a los Esquemas Mentales, que muchas veces bloquean la posibilidad de innovar, de explorar nuestra forma de relacionarnos, porque estos Esquemas Mentales no son más que modos, muchas veces anacrónicos, de ver y comprender el mundo en el presente.

Si entendemos que el tiempo verdadero es el puro fluir de nuestra interioridad, desprovisto de toda medida, sentido como algo cualitativo, al conectarnos con nuestro propio ser, sin juicio de valor, aceptándonos con nuestras luces y sombras, podremos vivenciar cada instante más plenamente, atesorando cada uno de ellos como únicos e irrepetibles.

Otra aspecto para mi a puntualizar es cuando Heidegger dice: el tiempo es la textura más profunda de la existencia humana, que se patentiza como preocupación y la preocupación cobra sentido en el tiempo. Si me pongo a pensar en mi propia vida, mis preocupaciones giran en torno al tiempo, (terminaré el trabajo a tiempo, perderé a mis afectos, etcétera), entonces surge algo elemental: en lugar de pre-ocuparnos tenemos que "ocuparnos", así, seguramente, los días se volverán más plenos.

Otro aspecto que surge como obvio es que si, no sólo somos lo que realmente somos, lo que hemos sido, sino también lo que hemos de ser, cave preguntarse ¿ cómo cambiar este que soy ?, si ya no me sirve, si ya no me permite avanzar hacia mis anhelos. ¿ Cómo proyectarme al futuro con mi pasado si no estoy logrando lo que busco ?.


Según lo entiendo, ensayando modos nuevos e inéditos de ser en el mundo. Escuchaba no hace mucho "La suerte favorece a los audaces", y que es audacia sino atreverse, osar transgredir los propios límites, muchas veces auto impuestos.

Sólo conociéndome, conociendo mi potencial, quien soy de verdad podré avanzar hacia un modo diferente de ser. Se dijo un ser ajeno al espacio tendría una noción pura del tiempo, que se puede obtener si no separamos el presente de los estados anteriores, porque la duración pura no yuxtapone estados, sino que los fusiona.

Yuxtaponer es poner una cosa junto a la otra, mientras que fusionar es reducir a una sola, dos o más cosas, entonces lo que dice Bergson es que el presente, el pasado y el futuro se fusionarían en el presente si se prescinde del espacio.

Según se dijo en Realidad - Por qué meditar la meditación es el espacio de simplemente ser, sólo experimentando, sin interferencias del cuerpo o de la mente. Con la meditación descubres tu estado inherente de silencio.

Al centrar nuestra atención en algo, como puede ser el tomar contacto solamente con nuestra respiración, prescindimos de nuestro cuerpo y de nuestra mente, entonces nos conectamos con nuestro ser, con nuestro auténtico ser.

Cuando aprendemos a crear ese espacio interior de silencio y contemplación, que se alcanza con la práctica periódica y sistemática, nuestra interioridad se expande, nos volvemos más sutiles y competentes para atravesar los imponderables que surgen en el devenir.

Repito lo dicho al terminar una entrada anterior, si adquieres el hábito de Meditar, al principio no notarás cambios, con los días descubrirás que calmas a tu narrador crónico, y con el tiempo, si haces una práctica periódica y sistemática, accedes a ese espacio interior sabio que puede darte las respuestas que buscas.

miércoles, 24 de agosto de 2011

El Tiempo en la filosofía moderna

Continuando con el artículo "El tiempo desde una perspectiva filosófica" escrito por Francisco Titos Lomas, cuyo comienzo lo expuse en la entrada anterior, toca aquí la visión del filósofo que más atención ha dedicado al estudio del tiempo, me refiero a Henri Bergson, quien distingue dos modos diferentes de durar los seres, dos distintas temporalidades:

El tiempo numerado, que está mezclado con el espacio, y el tiempo puro, que es mera duración interna. El primero es la duración exterior del mundo de las cosas, es un tiempo materializado que se desarrolla en el espacio, es la paralización del movimiento al considerar el tiempo como una yuxtaposición de quietudes en el espacio. En esta duración el tiempo es un mero espectador que no penetra en su realidad. Así, por ejemplo, si una sustancia química se hallase en debidas condiciones de conservación, no experimentaría ninguna variación con el paso del tiempo. Y si la experimentara, podríamos decir, en sentido figurado, que ha envejecido, pero, en realidad, sólo se habría operado en ella un proceso químico que podría - al menos teóricamente - revertir, es decir, someterse a un proceso inverso y retornar, sin variación alguna, a su estado primitivo.

Si no hubiera un ser consciente que contemplara estos hechos del mundo material, no podría decirse que en él existiera tiempo, sino sólo coexistencia y sucesión de realidades de suyo atemporales. A juicio de Bergson, se han confundido espacio y tiempo, pues el movimiento parcelado en momentos estáticos no es otra cosa que espacio, y sólo adquiere sentido de movimiento si hay un espectador que opere la síntesis mental de lo recorrido por el móvil. Pero esta síntesis es un puro proceso psíquico. De hecho, fuera de nosotros, únicamente existen situaciones estáticas del móvil en el espacio.

Cosa muy diferente acontece en la vida interior, en la duración que constituye la vida de cada uno, donde no es posible retornar a situaciones pasadas. El avance temporal y el paso del presente a pasado es un hecho radical e insuperable, porque el tiempo psicológico es irreversible. Soñamos, a veces, con volver a situaciones pasadas, con recomenzar la vida; pero, aunque todas las circunstancias anteriores – lugar, compañía, ocupación - convergieran para situarnos en el ambiente pasado que añorábamos, pronto comprenderíamos que ni nosotros, ni los que nos rodean, somos ya los mismos.

El tiempo no ha sido para nosotros espectador de unos procesos reversibles, sino que ha constituido, en cierto modo, nuestra propia esencia, la trama misma de nuestro ser. En cada momento de nuestra vida gravita todo el pasado, de forma que el momento presente es una especie de condensación de la vida anterior, y el yo que en él actúa es un producto de la experiencia pasada.

El tiempo puro, piensa Bergson, es cualidad, interioridad, duración, devenir, intensidad. El tiempo verdadero es el puro fluir de nuestra interioridad, desprovisto de toda medida, sentido como algo cualitativo. El tiempo verdadero es un devenir indivisible, innumerable, incontable. Fuera de nosotros sólo hay espacio. En nuestro interior, en cambio, existe la verdadera duración: el proceso por el que se va penetrando y fusionando una sucesión de hechos psicológicos.

El momento propicio para analizar el sentido de la duración verdadera es el sueño, porque en él se altera la comunicación entre el yo y el mundo exterior y, en consecuencia, se evita el riesgo de confundirla con el espacio. En estas circunstancias ya no medimos la duración, sino que únicamente la sentimos; deja de ser cuantitativa para convertirse en cualitativa y desaparece toda apreciación matemática del tiempo pasado.

El tiempo bergsoniano, además de indivisible, es inconmensurable. Si habitualmente medimos el tiempo, es debido a que lo proyectamos sobre el espacio. Un ser ajeno al espacio tendría una noción pura del tiempo, noción que podemos obtener si no separamos el presente de los estados anteriores, porque la duración pura no yuxtapone estados, sino que los fusiona. La medida del tiempo no es posible, porque el tiempo no es homogéneo, sino pura heterogeneidad. Medirlo, por tanto, es exteriorizarlo, espacializarlo y degenerarlo.

El tiempo para Bergson es el fundamento de toda la realidad. El fluir, que es la esencia del tiempo, embarga al hombre y a todas las cosas. El fluir, que es vida, cambio, tiempo, aunque nos es íntimamente conocido, resulta, sin embargo, indefinible, porque sólo se puede conceptualizar lo material y el tiempo no es una realidad material. Para captar la duración real hemos de utilizar la intuición en lugar del pensamiento.

El tiempo de la física es un tiempo falsificado, porque, al medir y mecanizar, falsea la realidad, aunque permite su utilización. El tiempo verdadero es duración de algo que cambia, y ese algo es la conciencia, la vida interior del sujeto psíquico, para quien el tiempo reviste un carácter radical, porque el hombre posee un ser de naturaleza temporal. Es el sujeto psíquico el que introduce la noción de tiempo en el universo material, donde sólo hay sucesión o coexistencia de fenómenos atemporales.

Martín Heidegger, en su analítica existencial del Dasein, descubre al hombre como un ser incompleto e inacabado, que tiene que hacer y proyectar su propia vida, autotrascendiéndose y anticipándose a lo que va a ser, porque el futuro, entendido como posibilidad de existir, constituye una dimensión de su ser.

Pero el futuro implica el pasado, puesto que nuestra posibilidad de ser se plantea desde lo ya sido. Por lo tanto, también el pasado constituye una dimensión del ser del hombre. Ahora bien, la comprensión de lo ya sido determina la comprensión de lo que actualmente somos. El presente, pues, aparece envuelto por la relación entre futuro y pasado. Estas tres dimensiones –pasado, presente y futuro - constituyen la unidad del ser humano y reciben el nombre de temporalidad.

El hombre es esencialmente un ser temporal y esta temporalidad es, en realidad, el tiempo originario, a diferencia del tiempo cósmico. La temporalidad es la estructura concreta del Dasein y su sentido último, porque el hombre no se limita a estar en el tiempo, sino que éste constituye su propia esencia. El tiempo es la textura más profunda de la existencia humana, que se patentiza como preocupación, y la preocupación cobra sentido en el tiempo, en el futuro, pasado y presente.

También Ortega, al establecer las categorías que definen la vida, señala la temporalidad como raíz misma de la vida, porque ésta es futurización . La temporalidad es la esencia de la vida humana. El hombre está sujeto al tiempo, su vida transcurre en el tiempo, está sometido a un continuo ser y dejar de ser, impulsado por el pasado va proyectando y avanzando hacia el futuro.

No sólo es lo que realmente es, lo que ha sido, sino también lo que ha de ser. La realidad específicamente humana se caracteriza por su consistencia temporal y, por ello, la historia es la propia vida de los hombres y de la sociedad. El hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia. La filosofía orteguiana empieza con el reconocimiento del tiempo y de la historia como elementos fundamentales de la vida humana. Toda noción referente a la vida específicamente humana es función del tiempo histórico.

Este somero recorrido por la historia del pensamiento, amén de proporcionarnos una serie de datos sumamente interesantes sobre la multiplicidad de teorías que se han formulado acerca del tiempo, nos permite extraer algunas consideraciones en nuestro afán reflexivo de captación del tiempo.

Por de pronto, es evidente que el tiempo no es un concepto unívoco, ni tiene el mismo sentido si lo aplicamos al mundo o si lo aplicamos al hombre. Tal indistinción es la génesis de muchas aporías (razonamientos en los cuales surgen contradicciones o paradojas) y dificultades en la comprensión del tiempo. Y es que hay dos maneras de hablar y de pensar sobre el tiempo: el tiempo del mundo y el tiempo del alma. El primero es un tiempo medible, objetivo y cosmológico. El segundo es un tiempo medido, subjetivo y antropológico. Disponemos de instrumentos – calendarios, relojes – que nos permiten medir con facilidad el tiempo del mundo. Pero carecemos de procedimientos que nos permitan expresar la experiencia humana del tiempo, porque esta experiencia es heterogénea, plural y siempre cambiante.

Conviene, por lo tanto, distinguir dos conceptos temporales: el tiempo cosmológico y el tiempo psicológico. El tiempo cosmológico es el tiempo físico, objetivo, homogéneo, susceptible de ser medido y calculado y gracias al cual podemos hablar de la edad de los astros. El tiempo psicológico, en cambio, es el tiempo de nuestra vida según nuestra propia experiencia. Es un tiempo subjetivo y variable, porque unas veces nos parece que transcurre muy deprisa y otras muy despacio; unas veces nos parece que lo aprovechamos y otras lo dejamos pasar; hay esperas interminables y momentos que nunca acaban. Es nuestra vivencia personal del tiempo.

A estos dos conceptos fundamentales podríamos añadir un tercero, no menos importante, que no se identifica con ninguno de los dos y que viene a ocupar un lugar intermedio entre ambos: el tiempo histórico, el tiempo de los acontecimientos de la humanidad. El tiempo histórico nos permite comprender la existencia de épocas diferentes, así como los cambios continuos a que todo está sometido. En cierto modo, es el intento de integrar el tiempo personal en el tiempo universal. En el tiempo histórico nuestra propia vida se inscribe en el tiempo del mundo. Es lo que pretendemos hacer, por ejemplo, por medio de los calendarios.

La división tripartita que acabamos de esbozar nos permite comprender mejor el tiempo, pero no resuelve toda la problemática que entraña tan compleja noción. Así, por ejemplo, podríamos preguntarnos si existen tres tiempos –pasado, presente y futuro – o si el tiempo reviste un carácter unitario y presencial.

El pasado ha sido, pero ya no es; el futuro será, pero aún no es; sólo el presente es, aunque su modo de ser es instantáneo y fugaz, porque muy pronto deja de ser. Sin embargo, es cierto que el pasado es en tanto que pasado y el futuro es en tanto que futuro. Por lo tanto, parece que los tres tiempos convergen en el momento actual como si sólo existiera el presente, un presente de las cosas pasadas, un presente de las cosas presentes y un presente de las cosas futuras. He aquí lo paradójico del tiempo.

Por un lado, lo percibimos como una realidad instantánea, huidiza y fugaz, como algo que se nos escapa y da a nuestra vida un sentido inestable y efímero. De ahí que intentemos aferrarnos al momento presente, como si quisiéramos asir el tiempo, porque somos conscientes de la brevedad de nuestra vida y necesitamos vivirla intensamente, porque el tiempo pasa y mañana, quizás, sea tarde.


Pero, por otro lado, experimentamos como un rechazo hacia esa fugacidad del tiempo y tendemos a dilatarlo en el pasado y a proyectarlo en el futuro, instalándonos en una especie de eternidad como si nuestra vida nunca fuera a tener fin.

Este sentido paradójico, que comporta la temporalidad, hace que el tiempo constituya una dimensión fundamental de la vida humana, ya que sin él seríamos incapaces de entender nuestra vida, porque somos seres limitados en el tiempo y porque éste va marcando nuestro propio devenir y el de la humanidad. El hombre es un ser histórico, cuya vida se inscribe en el transcurso del mundo.

Gracias a esta dimensión temporal, de la que es imposible prescindir, el ser humano intenta entenderse a sí mismo y a los otros en relación con el tiempo de su vida. Esto hace que pertenezcamos a una generación, es decir, a un grupo de personas que comparten un tiempo específico: el tiempo que dura nuestra vida. Y esto hace también que podamos decir que las personas que compartimos una misma edad histórica somos coetáneos, porque somos hijos de nuestro tiempo y recibimos unas costumbres, una cultura y un modo de concebir la realidad dependientes del tiempo que nos ha tocado vivir.

Hasta aquí el artículo de Francisco Titos Lomas, que puedes ver completo en este sitio.

Para finalizar quiero traer el pensamiento de Ortega y Gasset acerca de como se entrelaza el pasado, el presente y el futuro, porque creo que ilustra de modo muy didáctico cómo transitamos el tiempo, dice así:

"Nuestra vida" está alojada, anclada en el instante presente. Pero ¿ qué es mi vida en este instante ?. No es decir lo que estoy diciendo; lo que vivo en este instante no es mover los labios; eso es mecánico, está fuera de mi vida, pertenece al ser cósmico. Es, por el contrario, estar yo pensando lo que voy a decir; en este instante me estoy anticipando, me proyecto en un futuro. Pero para decirlo necesito emplear ciertos medios - palabras - y esto me lo proporciona mi pasado. Mi futuro, pues, me hace descubrir mi pasado para realizarse. El pasado es ahora real porque lo revivo, y cuando encuentro en mi pasado los medios para realizar mi futuro es, cuando descubro mi presente. Y todo esto acontece en un instante; en cada instante la vida se dilata en las tres dimensiones del tiempo real interior. El futuro me rebota hacia el pasado, este hacia el presente, de aquí voy otra vez al futuro, que me arroja al pasado, y este a otro presente, en un eterno girar.


martes, 23 de agosto de 2011

El Tiempo desde la experiencia

La ciencia de observarse uno mismo, para conocerse o reconocerse, es un trabajo de vida. En lo personal, desde siempre tuve la necesidad de buscar explicaciones a las cosas, al ir descubriendo el mundo, me interesó saber cómo funcionaban las cosas y los por qué inherentes.

Más tarde, por mi formación, la búsqueda se volcó al campo de las ciencias, pero no siempre las respuestas satisfacían mi curiosidad, por el contrario abrían nuevas inquietudes, no todo puede comprenderse o explicarse desde la razón, entonces me oriente a lo psicológico, a lo filosófico.

Estoy convencida que una actitud abierta y desprejuiciada hacia la realidad se logra a través de la diversidad de miradas. Como entonces, continúo mi búsqueda frente a los nuevos interrogantes, que gracias a internet resulta mucho más interesante, para lograr una síntesis personal de mi experiencia de vida.

En las últimas entradas marcaba la importancia de estar en el aquí y ahora la mayor parte del tiempo. El ahora es la única realidad, todo lo demás es recuerdo o imaginación. Entonces surge preguntarse, ¿ qué es el tiempo ?

Para dar respuesta a esta pregunta traigo un artículo interesante, escrito por Francisco Titos Lomas, filósofo español, donde según sus palabras: Dilucidar la esencia y naturaleza del tiempo, penetrar filosóficamente en su entraña más recóndita, partiendo de nuestra propia experiencia, es el objetivo que nos proponemos. Pero somos conscientes de las múltiples dificultades que comporta tan ardua empresa. Por ello consideramos conveniente adoptar una perspectiva diacrónica, a fin de recabar las opiniones de los más destacados filósofos. Sólo al final intentaremos establecer, de manera sincrónica, algunas conclusiones.

Antes de comenzar con el artículo, cave aclarar que el estudio de cualquier nivel de la lengua puede hacerse desde dos perspectivas: un estudio diacrónico, a través del tiempo, o un estudio sincrónico, sin tener en cuenta la evolución histórica, sino contemplándolo en una determinada época. Ahora sí, adentrémonos en esta mirada filosófica.

Tanto en la vida cotidiana como en las diferentes ramas del saber, manejamos continuamente nociones temporales; antes, después, ahora, ya, simultáneamente, tarde, temprano, ayer, mañana,... El mundo se nos ofrece como una realidad que cambia incesantemente y la percepción del cambio, de la sucesión o de la duración de las cosas nos sugiere la idea del tiempo.

Es indudable que tenemos experiencia del tiempo y hasta nos atrevemos a calcularlo mediante diversos procedimientos: el curso del sol, la sucesión de los días y las noches, el desplazamiento de las agujas del reloj. Sin embargo, qué es realmente el tiempo es una cuestión difícil y compleja.

Ya la filosofía griega, propensa a la reflexión sobre los más variados asuntos, abordó la temática del tiempo. De todos los filósofos griegos es, sin duda, Aristóteles el que nos ha legado la doctrina más sólida sobre el tiempo. La visión aristotélica del tiempo está estrechamente vinculada al movimiento, ya que, en su opinión, el tiempo no es posible sin acontecimientos, sin seres en movimiento. De ahí que conciba el tiempo como el movimiento continuo de las cosas, susceptible de ser medido por el entendimiento.

Conceptos como "antes" y "después", sin los cuales no habría ningún tiempo, se hallan incluidos en la sucesión temporal. Esta estrecha vinculación induce a Aristóteles a definir el tiempo en su Física en los siguientes términos: "la medida del movimiento respecto a lo anterior y lo posterior". Esta definición nos revela que el tiempo no es el movimiento, pero lo implica de tal suerte que si no tuviéramos conciencia del cambio, no sabríamos que el tiempo transcurre.

El tiempo aristotélico es exterior al movimiento, pero supone un mundo que dura sucesivamente y esta duración sucesiva nos permite establecer relaciones de medida entre sus partes según un "antes" y un "después", Así surgirá el tiempo métrico, cuya estimación estará regulada por el movimiento de los astros, como el de rotación o el de traslación, o por el movimiento rítmico de aparatos de desarrollo preciso, como los relojes.

Muy distinta es la concepción agustiniana del tiempo. El carácter intimista de su filosofía induce a San Agustín a concebir el tiempo como algo desligado del movimiento y estrechamente vinculado al alma, a la vez que manifiesta su profunda perplejidad ante el tiempo al resaltar la paradoja del presente. Si decimos de algo que es presente, estamos afirmando que ya no será y que pasará al mundo de lo inexistente.

El presente propiamente no es, sino que pasa, deja de ser, carece de dimensión y sólo lo podemos caracterizar relacionándolo con el futuro, que todavía no existe, y con el pretérito, que ya ha dejado de ser. El tiempo es un "ahora", que no es, porque el "ahora" no se puede detener, ya que si se pudiera detener no sería tiempo. No hay presente, no hay ya pasado, no hay todavía futuro.

Por lo tanto, la medida del tiempo no es el movimiento, no son los seres que cambian; la verdadera medida del tiempo es el alma, el yo, el espíritu. El pasado es aquello que recordamos; el futuro, aquello que esperamos; el presente, aquello a lo que prestamos atención. Pasado, futuro y presente aparecen, pues, como memoria, espera y atención.

La llegada de la era moderna y el espectacular desarrollo que experimenta la física, en la obra de Newton, nos trae un nuevo concepto del tiempo como algo absoluto, existente en sí mismo e independiente de las cosas. El tiempo, al igual que el espacio, es una realidad absoluta, infinita, uniforme, vacía de todo movimiento, en cuyo seno se desarrollan los acontecimientos y los cambios sucesivos de las cosas.

Esta concepción absolutista del tiempo es expresada por Newton en Los Principios del siguiente modo: "El tiempo absoluto, verdadero y matemático, por sí mismo y por su propia naturaleza, fluye uniformemente sin relación con nada externo".

Los filósofos racionalistas, influidos por la física newtoniana, también absolutizaron el tiempo e hicieron de él una realidad independiente. Pero más que pensar en algo sobre cuyo fondo transcurren los fenómenos, hacían referencia al tiempo de la totalidad del mundo y no al tiempo físico de cada fenómeno. De este modo, el tiempo absoluto vendría a ser como un fluir total, siendo los acontecimientos singulares transcursos del mundo físico insertos en ese fluir total.

Opuesta a la anterior es la teoría kantiana sobre el tiempo. Para Kant el tiempo no existe como una realidad en sí, exterior a nosotros, ni como algo que tienen las cosas en movimiento, sino como una manera de percibir propia del hombre. El tiempo existe en cada uno de nosotros como una forma de ordenar nuestra experiencia interna.

El tiempo no es una idea obtenida por abstracción a partir de la observación de los acontecimientos, no es un concepto empírico, sino una estructura necesaria para cualquier observación. El tiempo es la posibilidad que hay en nosotros, en cuanto observadores, de percibir los acontecimientos.

Tanto el tiempo como el espacio no son más que relaciones entre las cosas en cuanto que son percibidas. Cualquier experiencia tiene como condición el tiempo, de manera que éste es la condición general de todas las experiencias, superior incluso al espacio, no siempre necesario. Nuestra experiencia externa está sometida a las coordenadas espacio-temporales, mas la interna sólo lo está a la temporal.

Según Kant, no podemos saber si "fuera" las cosas se suceden, pues cuando intentamos atisbarlas ya lo hacemos desde el tiempo, que es una cualidad de la conciencia del hombre. La sensibilidad humana lleva el tiempo como una manera de ser suya. El tiempo es una forma a priori de la sensibilidad que condiciona y hace posible toda experiencia.

En la filosofía contemporánea la meditación sobre el tiempo arraiga profundamente en las tendencias que más impulsaron el desarrollo de las ciencias humanas, tales como el historicismo, el vitalismo y el existencialismo.

Bergson, uno de los filósofos que más atención ha dedicado al estudio del tiempo, distingue dos modos diferentes de durar los seres, dos distintas temporalidades: el tiempo numerado, que está mezclado con el espacio, y el tiempo puro, que es mera duración interna.

En la próxima entrada seguiré con este apasionante artículo sobre el tiempo, creo que es lo suficientemente exquisito como para tomar el "tiempo" para reflexionar sobre lo dicho.

Pensar las cosas, aún las más simples (o no) y cotidianas, que muchas veces damos por sentadas, es lo que permite, según mi visión, abrirnos a una concepción del mundo diferente, volviéndonos, en el mientras tanto, más humildes respecto a nuestras posturas.


miércoles, 17 de agosto de 2011

Para silenciar al narrador crónico

Decía en la entrada anterior que el Ahora es la única realidad, todo lo demás es memoria o imaginación. El pasado no existe como pasado, sino como recuerdo en el momento presente, al igual que el futuro no existe como futuro, existe como imaginación en el momento presente. Todo lo que existe, existe en el ahora. Ahora es el único tiempo que hay.

Hay muchos modos de conectarnos con el aquí y ahora: meditando, haciendo manualidades o artesanías, ejercitando el cuerpo, como caminar ... todas estas actividades hacen que nos concentremos al 100 % en algo, hacen que mente y cuerpo estén juntos en el aquí y ahora.

Ya mencioné mi gusto por las artesanías en madera, otro modo de desbaratar el circo de pensamientos y sentimientos para mi, es salir a caminar por un parque rivereño. La entrada al parque se encuentra a veinte cuadras de mi casa, y esta demarcado hasta los 2.000 metros, con carteles indicativos cada 100 metros de recorrido. La traza del camino continúa, de modo que puedes hacer un recorrido mayor, pero casi todos lo hacen hasta esa distancia.

Para llegar al parque decía, tengo que caminar unos 2.000 metros. Primero cuatro cuadras por una zona céntrica de la ciudad, hasta alcanzar la barranca, la bajo por una escalera de cemento, que desemboca en un área de clubes y recreación, para luego acceder a un área parquizada, con caminos peatonales, entre arboledas, bancos y pérgolas, de unas diez cuadras de largo, y por fin llego a la entrada del parque, cuya traza esta definida por una calle de tierra, que a un lado se construyó un balneario municipal, de unos 500 metros de largo, continuando luego con bañados, y por el otro lado corre la costa del río Paraná.

Hice este vídeo para mostrarte a través de fotografías, el recorrido del Parque Rafaél de Aguiar, así se llama.




Existe una rica y variada vegetación, casi siempre corre una brisa suave y el ambiente se inunda del canto de pájaros y aves que anidan a orillas de los bañados y lagunas. Puedes ver patos, gallaretas, garzas, ... y casi siempre encuentras pescadores desperdigados en todo el recorrido.

Cuando llego a la entrada del Parque, o sea, cuando he recorrido unos 2.000 metros ya mis pensamientos comienzan a centrarse en el ambiente que me rodea, jóvenes charlando, familias disfrutando del sol, niños correteando, personas pescando, o tomando mate, o deslizándose sobre sus rollers, o caminando igual que yo. Las preocupaciones y los problemas desaparecen en esa hora y media que demanda caminar los ocho kilómetros del recorrido.

Los médicos recomiendan caminar por el ejercicio físico, yo lo sugiero fundamentalmente para aquietar la mente, el cerebro se oxigena, se llena de los sonidos de la naturaleza, de las fragancias propias del lugar, de imágenes como el agua siguiendo el curso del río, o de las aves, que en determinadas épocas del año, pueblan las lagunas y los bañados.

El siguiente vídeo lo hice en vivo, mientras caminaba por el parque. La toma la realicé por la mañana, para mi la mejor hora, el aire es más puro. Podrás apreciar a través de él lo dicho en el párrafo anterior.




Lo bueno de esta práctica es que puedo hacerla cuando dispongo de tiempo, me mantiene activa y alerta, y además, como lo sintetizó muy bien una amiga que encontré caminando igual que yo, - no imaginé que podría gustarle ese lugar, (cosas que a uno se le ocurren) -, al cruzarnos, y sorprendida de verla, le pregunto ¿ que haces por aquí ? y ella muy ingeniosa me respondió - Vengo a dejar los pajaritos -, sencillamente original, literalmente cierto, ciento por ciento.

Bueno quería compartir esta vivencia para animarte a conectarte con el aquí y ahora, es lo único que tenemos, es primordial para la salud y nos hace sentir más plenos.


lunes, 15 de agosto de 2011

Meditar para conocer mi potencial

En Realidad - Por qué meditar decía, para estar la mayor parte del tiempo en el aquí y ahora, y por qué es importante estar en el aquí y ahora, déjame contártelo así.

Mucha gente vive ansiosa, deprimida, irritada o tiene alguna adicción, tabaquismo, alcoholismo, a la comida, etcétera, y generalmente se les aconseja "mantén la calma", "todo pasará", "debes cuidarte", "debes bajar de peso" y muchas otras frases conocidas.

La pregunta entonces es ¿ cómo hacerlo ?, lo primero que vale decir es que si deseas vivir una vida más llena, es imprescindible conocerte, conocer tu potencial, quién eres de verdad y la Meditación es el camino hacia ese saber, es la ciencia de la observación de uno mismo.

Tiene innumerables ventajas, esta ciencia interior puedes hacerla solo. Esto elimina la dependencia de una autoridad exterior. Elimina la necesidad de ser partícipe de cualquier organización, y la obligación de aceptar una cierta ideología. Una vez que entiendes los pasos, caminarás tu camino de tu única manera individual.

Muchas de las técnicas de meditación requieren que uno se siente quieto y en silencio. Pero el estrés que hemos acumulado en nuestra mente - cuerpo lo hace difícil. Antes de tener la esperanza de entrar en nuestra casa poderosa de conciencia, tenemos que soltar nuestras tensiones.

Como fue dicho en Realidad - Por qué meditar, hay muchas ideas diferentes, aún contradictorias, de qué es la Meditación. Lo primordial es que el meditador entienda cual es la naturaleza de la mente, en vez de pelear con ella.

La mayoría de nosotros estamos dominados la mayor parte del tiempo por nuestros pensamientos y emociones. Esto nos lleva a pensar que somos estos pensamientos y sentimientos. Meditación es el espacio de simplemente ser, sólo experimentando, sin interferencia del cuerpo o de la mente.

El cuerpo siempre está aquí y ahora, la mente no está nunca aquí y ahora, ése es todo el conflicto. Tú respiras aquí y ahora, no puedes respirar lo de mañana y no puedes respirar lo de ayer. Tienes que respirar en este momento, pero puedes pensar en lo de mañana y puedes pensar en lo de ayer.



Así que, el cuerpo permanece en el presente y la mente continúa alternando entre el pasado y el futuro, y se da una división entre cuerpo y mente. El cuerpo está en el presente y la mente no está nunca en el presente; nunca se encuentran, nunca coinciden. Y, debido a esta división, surgen la ansiedad, la angustia y la tensión; allí es donde uno se encuentra. Esta tensión es preocupación.

Debido a esos días, surgirá una decisión, cualquiera que sea, es irrelevante que decisión surge. La cosa más importante es de dónde viene; no lo que es, sino de dónde viene. Si viene de la cabeza creará aflicción.

En cambio, si una decisión proviene de tu totalidad, entonces nunca, nunca te arrepientes por un solo momento. Un hombre que viva en el presente no conoce nada del arrepentimiento; nunca mira hacia atrás, nunca cambia su pasado y sus memorias, nunca prepara su futuro.

La decisión de la cabeza no es buena. La misma palabra decisión significa 'de-cisión'; te separa. No es una buena palabra. Te separa de la realidad. La cabeza de separa constantemente de la realidad.

Todo lo importante es este momento, porque este momento lo contiene todo. El 'Ahora' es la única realidad, todo lo demás es memoria o imaginación. Incluso el ahora es necesario para que pueda existir como memoria.

Lo mismo sucede con el futuro: el futuro no existe como futuro, existe como imaginación en el momento presente. Todo lo que existe, existe en el ahora. Ahora es el único tiempo que hay. Hay que traer la mente al presente, porque no existe otro tiempo.

¿ Cuándo es necesario meditar ?. Todos los días y/o cada vez que empieces a pensar demasiado en el futuro o en el pasado. ¿ Por cuánto tiempo ?. Una hora.

Meditar consiste, en principio, en observar tu respiración.

Siéntate simplemente en una silla, relajadamente, ponte cómodo y cierra los ojos. Empieza simplemente a observar la respiración. No la cambies; simplemente mira, observa. Debido a que la observas se volverá más y más y más lenta. Si respiras normalmente ocho veces en un minuto, empezarás a tomar seis, cinco, cuatro, tres o dos.

En un plazo de dos o tres semanas empezarás a respirar una vez por minuto. Cuando estés respirando una vez por minuto, la mente se estará acercando al cuerpo. Debido a esta pequeña meditación, llega un momento en que la respiración se detiene por varios minutos. Pasan tres o cuatro minutos y se respira una vez. Entonces estas, ... estarás al unísono con el cuerpo, y sabrás por primera vez qué es el presente.

De otra manera sólo es una palabra; la mente nunca lo ha conocido, la mente nunca lo ha experimentado. Ella conoce el pasado, conoce el futuro, así que cuando dices presente, la mente lo entiende como algo entre el pasado y el futuro, algo en el medio, pero la mente no lo ha experimentado.

Así que cada día, durante una hora, relájate con la respiración y deja que continúe.

Hay otros modos de conectarnos con el aquí y ahora, cada uno encuentra la manera de conectarse con ese espacio interior de paz y sosiego, en lo personal, cuando atravieso esos momentos de mucha tensión, o me invade el parloteo del comentador crónico, una manera de desbaratar el circo de pensamientos y sentimientos, es hacer artesanías con madera.

Mi mente se centra en el trabajo que realizo con mis manos, cómo diseñar las partes que compondrán la maqueta, cómo acoplar las piezas, cómo inventar, con las cosas que tengo a mano, las herramientas necesarias para conformar las diferentes piezas, etcétera. A la derecha te muestro un castillo que hice para una niña de la familia y al que llamé de "Luors" parafraseando su nombre.

Así como todo conocimiento nuevo de principio lo cuestionamos, puede que lo dicho sobre meditar te despierte cierta suspicacia, sin embargo, si observas que acontece contigo, mientras realizas alguna tarea que requiere de tu máxima concentración, entenderás el principio de acallar al narrador crónico y conectarte 100 % con el aquí y ahora.

Silenciar al narrador crónico es la manera de conectarnos con nuestra realidad. La ausencia de pensamientos y sentimientos que distorsionan el momento, nos acopla con quienes somos en verdad, y así, con el tiempo, vamos encontrando nuestro potencial, vamos siendo consciente de aquello que nos hace plenos, que en definitivas es lo que cuenta.

Para finalizar sugeriría implementes alguna técnica de meditación, sólo se trata de aprender a centrarte en algo, tu respiración parece ser lo más sencillo, al principio no notarás cambios, con los días descubrirás cómo calma tu narrador crónico, y con la práctica continua tendrás acceso a ese espacio interior sabio, que puede darte las respuestas a lo que buscas.

Como siempre, te dejo el sitio al que recurrí para conformar esta entrada, Alimentación sana y lo puedes consultar aquí.