martes, 9 de agosto de 2011

La Realidad - mi realidad - tu realidad

Cuando referí a las fallas cerebrales, comúnmente llamadas ilusiones visuales, el neurocientífico Luis Miguel Martínez Otero decía: "estos trucos pueden confundir a nuestro cerebro y hacernos percibir la realidad de una manera distorsionada." Puedes releer la entrada aquí.

Pero ¿ qué es la realidad ?, se podría definir como "aquello que parece ser". La realidad es fundamentalmente un acuerdo. Aquello que acordamos como real es real, veamos un poco estas afirmaciones.

La realidad, la realidad del universo físico, es experimentada a través de los sentidos; vemos algo con nuestros ojos, oímos algo con nuestros oídos, olemos algo con nuestra nariz, tocamos algo con nuestras manos, y luego decidimos que hay algo. Pero de la única forma que conocemos un objeto es a través de nuestros sentidos y tales sentidos son conductos que presentan fallos. No estamos en contacto directo con el universo físico. Sólo estamos en contacto con él a través de nuestros conductos sensitivos.

Esos conductos sensoriales pueden embotarse. Por ejemplo, un hombre pierde la vista, y en lo que a él respecta, no hay luz, no hay forma o color o percepción de profundidad del universo físico. Sin embargo, él sigue todavía teniendo una realidad, pero no es la misma realidad que la de las demás personas. En otras palabras, sin vista, es incapaz de concebir un universo físico completamente. Sin los sentidos, estas cosas no se pueden concebir. De este modo, se entiende que el universo físico se ve mediante los sentidos.

Dos hombres pueden observar una mesa y estar de acuerdo en que es una mesa. Está hecha de madera, es marrón. Están de acuerdo en eso. Por supuesto, se entiende que cuando uno de ellos dice: “Marrón” y el otro oye: “Marrón”, en realidad para el primer hombre, marrón puede ser púrpura, pero está de acuerdo en que es marrón porque toda su vida la gente ha señalado esa vibración de color mientras decía: “Marrón”.

En realidad podría ser rojo para la segunda persona, pero esta lo reconoce como marrón. Por lo tanto, los dos están de acuerdo aunque estén viendo algo diferente. Pero se ponen de acuerdo en que eso es marrón, que es de madera, que es una mesa. Ahora bien, un tercer amigo entra por la puerta, mira la mesa y dice: “¡Oh! ¡Un elefante!”

Uno de los hombres dice: “Es una mesa, ¿lo ves? Los elefantes son...”.

“No, es un elefante”, replica el tercer hombre.

Por lo tanto, los otros dos hombres dicen que el tercero está loco. No está de acuerdo con ellos. ¿Intentan comunicar más con él? No. No está de acuerdo con ellos. Él no está de acuerdo con esa realidad. ¿Tienen afinidad por él? No. Afirman: “Este tipo está loco”. No lo aprecian, no quieren estar cerca de él.

Ahora, digamos que dos individuos están discutiendo y uno dice: “Esa mesa es de madera”, y el otro dice: “No, no es de madera, es de metal pintado para que parezca madera”. Comienzan a discutir sobre esto. Están tratando de lograr un punto de acuerdo pero no lo pueden alcanzar.

Llega otro individuo, echa un vistazo a la mesa y dice: “De hecho, las patas están pintadas para que parezcan de madera, pero la parte superior es de madera, es de color marrón, y es una mesa”. Entonces los otros dos hombres llegan a un acuerdo. Sienten afinidad. De pronto, se sienten afín uno con el otro y también se sienten afín con el tercer hombre, resolvió el problema. Los dos individuos han alcanzado un acuerdo y se comunican.

Para un individuo, la realidad sólo puede consistir en su interpretación de las percepciones sensoriales que recibe. Sin embargo, estas percepciones están condicionadas por nuestras experiencias, y estas a su vez se nutren de nuestros recuerdos. Por muy insignificantes o muy importantes que sean las elecciones, siempre se basan en última instancia en nuestra memoria.

Por lo que queda claro que nuestra memoria juega un papel fundamental en nuestra forma de actuar. Al fin y al cabo lo único que tenemos son recuerdos. El problema está en que no nos podemos fiar de nuestros recuerdos. La evocación de un recuerdo, por su propia forma, tiende a modificarse. Es decir, cada vez que recordamos algo, a la vez que lo reforzamos lo estamos alterando.

Cuando evocamos un recuerdo no podemos evitar interpretarlo con los conocimientos que tenemos en este momento. Así, el echo recordado se altera un poco ajustándose al yo actual y ayudando a crear un nuevo yo.

La próxima vez que recordemos lo mismo, lo recuperaremos - para empezar - con la modificación anterior, y volveremos a modificarlo un poco más, con el yo presente, que a su vez queda alterado con el recuerdo. Lo que provoca un proceso recursivo y auto alimentado.

El porcentaje de alteraciones puede ir desde cambiar un detalle básicamente insignificante a recrear un recuerdo 100 % falso. Hay todo un espectro de modificaciones posibles. La evocación de recuerdos falsos y asumidos como propios esta muy bien documentado en la psicología y curiosamente ha afectado mucho al mundo legal. Puedes ver éste artículo sobre la ineficacia de los testigos oculares, que llegan a recordar cosas que nunca vieron.



La falta de fiabilidad comparativa de estos datos se muestra claramente entonces, en las diferencias que siempre existen en los informes cuando se describe, digamos, un accidente de automóvil. Hay un asombroso grado de diferencia en la descripción de la misma escena, dada por diferentes observadores. En otras palabras, la realidad de esa situación difería en detalles según cada observador.

De hecho, hay un amplio campo de acuerdo, extremadamente amplio, el acuerdo común de la humanidad. Esto es la Tierra. Somos seres humanos. Los automóviles son automóviles. Son propulsados por la explosión de ciertos elementos químicos. El aire es el aire. El sol está en el cielo. Usualmente hay acuerdo en que ocurrió un accidente. Más allá de esta área básica de acuerdo, hay diferentes interpretaciones de la realidad.

La realidad entonces, para propósitos prácticos, consiste en la percepción de ella y la percepción de la realidad consiste en gran medida, en que uno pueda comunicarse con otras personas.

Después de lo dicho y del rico camino recorrido desde El hombre y sus circunstancias, allá por septiembre del año anterior, donde decía que imagino la vida como un gran patio, y que cada uno mira, hacia ese patio, por rendijas del cerco perimetral, seguramente, el volver a ella lo harás desde otro lugar, porque lo aprendido en este camino compartido, te permitirá una lectura más enriquecida. Si me has seguido, es mucho lo que hemos descubierto, lo que da una mejor comprensión de las palabras, de las ideas que aquí se vuelcan.



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