lunes, 24 de octubre de 2011

El Tiempo y el Yo

Sigo con el tema: tiempo, es interesante repensar lo dicho en Teoría de la Relatividad - Otra mirada - Primera parte y las sucesivas, acerca de que el tiempo se lentifica mientras que el espacio se contrae cuando vamos a grandes velocidades, y que no somos consciente de ello porque todo depende de la posición del que observa. En otras palabras, si viajo en un tren a cierta velocidad, dentro del tren observo que quien esta a mi lado esta quieto, mientras que si miro hacia afuera, todo parece moverse en sentido contrario al movimiento del tren.

Ahora te invito a mirar el cielo, que descubras, si aún no lo habías visto antes, la enorme cantidad de estrellas que tenemos en nuestra galaxia (varios cientos de miles de millones), aunque de todas ellas sólo unas pocas son visibles. Pero no importa cuantas ves, porque esto no va de astrología ni de cosmología, sólo pretendo mostrar que: toda esa luz que contemplas, cuando miras las estrellas, procede de lugares remotos y de un espacio-tiempo que ya no es, toda esa luz que percibes pertenece al pasado, puesto que la estrella más cercana a nuestro Sol, Próxima Centauri, esta a cuatro años luz, y después de esta ya tenemos que empezar a contar las distancias en cientos de años-luz.

Cuando miras el cielo estrellado estás mirando pues al pasado, porque la luz viaja a aproximadamente 300.000 km por segundo, como ya se dijo alguna vez, y por tanto es necesario el transcurso de cierto tiempo para percibirlas, de modo que cuando la luz de una estrella llega a tu retina la estrella ya no esta allí.

Un poco lo mismo que cuando nos observamos a nosotros mismos, cuando nos autoobservamos también estamos mirando al pasado aunque no somos demasiado conscientes de ello, igual que nos pasa cuando miramos las estrellas: creemos que están ahi encendidas, como si fueran las lucecillas de una fiesta, nada de eso, esas lucecillas que vemos ya no están alli, la fiesta se terminó hace millones de años luz. Y esa es la trampa que se encuentra oculta en el verbo mirar y sus correlatos, ver, observar o descubrir.

No sabemos mirar porque cuando miramos lo hacemos desde un concepto. Desde la neblina de esas gafas que nos impiden ver las cosas tal y como son, no importa si lo que miramos es un árbol o una flor, no importa lo sencillo que sea aquello que miramos: siempre lo hacemos desde nuestra previa categorización del mundo, la cosa ya se complica cuando miramos a nuestro prójimo y mucho más cuando nos miramos a nosotros mismos.

Podemos aprender de esto que nadie sabe como es en realidad porque siempre se mira a través de una abstracción, una abstracción de si mismo. Abstraer, según la RAE es separar por medio de una operación intelectual las cualidades de un objeto para considerarlas aisladamente. entonces ¿quién soy yo?

¿Y cómo saberlo si cuando nos miramos lo hacemos desde esas gafas conceptuales que llevamos puestas cuando miramos cualquier cosa? Una pequeña encuesta entre mis conocidos, a la pregunta de quién soy yo, la mayor parte de las respuestas obtenidas se acumulan y parapetan entre estos conceptos:

Un nombre, unos apellidos, un carnet de identidad.

Un cuerpo, una cara, una presentación social.

Una profesión.

Un pueblo, un origen, una ciudad o entorno social, etnia o grupo.

Un estado civil, un hijo, un padre, una maternidad, una familia.

Una hazaña deportiva, una afición, un viaje, una aventura, un periplo.

Una obra literaria, científica, politica, etc.

Un carácter, una patología, una enfermedad, una forma de ser.

¿ Te has hecho a ti mismo esa pregunta?. Bien, ahora imagínate que has escrito cinco respuestas diferentes a esa pregunta, en cinco diferentes papelitos, y comienzas a descartar una por una tus respuestas. Al final te quedarás con un ultimo papelito en tus manos. Esta ultima respuesta es el Yo que crees esencial, el resto, los descartes, son Yoes accesorios, prescindibles.

¿ Cual es tu último papelito ? No hace falta que lo digas, pero te voy a dar la respuesta que dio Shopenhauer a esta pregunta. Shopenhauer era uno de esos pensadores que invirtieron gran parte de su vida en pensar sobre este mismo asunto y que se debatió toda su vida en la contradicción de no importarle nada lo que los demás opinaran de él y que por consiguiente no leyeran sus obras.

Este señor ha sido uno de los pensadores que más han influido en la manera en que nosotros hoy nos imaginamos el mundo, se puede decir que Shopenhauer era un ser obsesivo, misantrópico y excéntrico pero de tonto no tenia ni un pelo.

Su hallazgo filosófico más importante y por el que es reconocido académicamente hablando es que - como él mismo proclamaba - había resuelto el problema del noumeno kantiano.

Kant había sido su maestro y era en aquella época junto a Hegel uno de los bastiones de la filosofía alemana. Lo que Kant planteaba es algo que hoy ya no discute nadie: que la realidad que percibimos no es la realidad-real, sino aquella parte de la realidad que somos capaces de representar y que al ser representada se modifica.

Kant dividió la realidad en dos partes: la realidad fenoménica de la que tenemos noticia a través de nuestros sentidos, por ejemplo de un dolor de vientre, o el picotazo de una abeja y la realidad noumenica es decir aquella parte de la realidad que no podemos representar y que escapa de este modo a nuestra percepción.

Volviendo al ejemplo del árbol y la flor es evidente que cada persona ve un árbol o una flor distintos según su experiencia previa. Recuerda cuando viste un árbol o una flor por primera vez, quizá tengas la experiencia de recordar la primera vez que viste el mar. Esa mirada de niño, inocente del que descubre algo por vez primera es la experiencia noumenica, pues sin experiencia previa no seria posible tener una experiencia fenoménica de qué cosa es el mar y esa primera mirada limpia de categorías ya no volverá a producirse nunca más.

Es por eso que la infancia es aquel lugar donde codificamos el mundo y es por eso que la infancia sea tan vulnerable a cualquier suceso que la perturbe.

Lo que Kant plantea es la imposibilidad humana de captar la realidad tal y como es, pues en toda realidad existe algo noumenico que no está codificado, no está representado y es por tanto inefable. Lo que decimos hoy es que mi percepción de la realidad contiene siempre un cierto sesgo que va aumentando, cuanta más implicación emocional tengo con lo observado. Por ejemplo, solemos cometer más errores cuando observamos algo que nos desagrada que cuando contemplamos algo agradable. ¿Y qué decir cuando nos observamos a nosotros mismos y a nuestras razones?

La novedad que Shopenhauer introdujo en la teoría Kantiana es que hay algo en el noumeno que si puede ser apresado, no todo él es opaco o inaccesible para la experiencia mental humana. Y si puede ser apresado es porque tenemos un instrumento que nos lo posibilita, este instrumento es el cuerpo o como diríamos hoy en términos más psicológicos, la intuición, la subjetividad o la capacidad de anticipación.

Hoy se sabe que nuestra mente es un simulador intencional de acciones, es decir algo que va más allá que la experiencia pasiva y receptiva que Kant le asignó. La mente humana no solamente recibe inputs de la realidad sino que los crea constantemente y más que eso: a través de ese juego constante de inputs y outputs modificamos la realidad. O dicho de otra forma: la realidad no es algo objetivo e inamovible sino que interactúa con ese generador intencional que es nuestro cerebro y la modifica.


Qué es lo esencial en el Ser, el Yo esencial es un vacío con conciencia. O dicho de una manera más simple, lo que yo soy y usted es es simplemente eso, el Ser replegado sobre si mismo: ya lo dicen los físicos que el vacío absoluto no existe y que siempre se conserva algo de energía, seguramente esa energía que anima lo animado es precisamente lo que Shopenhauer llamaba la Voluntad y otros como Freud llamaron la libido, otros el chi y otros de cualquier otra forma, pues ese vacío burbujea y se expande como dicen que hace el universo, es expande desde el principio de los tiempos que ahora se llama big bang o sea desde que decidimos nacer.

Pero ese vacío aspira a rellenarse, a veces le basta un nombre, una propiedad, una bandera, unas señas cualesquiera de identidad, pero es precisamente esa identificación la que nos separa de los otros y no sólo de los otros sino de la realidad, es por eso por lo que algunos como Krishnamurti se empeñan en decirlo:

De lo que se trata es de aprender a mirar.

El arte de mirar como si fueramos niños, mirar dentro de uno mismo: ahi está la clave, el Yo esencial es el Ser siendo.


Para aquellos que quieran aprender a ver las estrellas y no quieran tropezarse con sus recuerdos, sus condicionamientos, sus prejuicios o sus sesgos perceptivos les aconsejo lean este post donde Paco Traver recoge un texto de Krishnamurti y que se llama "El arte de ver".

Esta entrada es un extracto de un artículo de Paco Traver sobre Quién soy yo y que puedes ver completa aquí.




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