En esta entrada voy a apartarme de la secuencia de historias de vida y obra de los científicos que hicieron grandes aportes al campo de la física para, mediante un breve extracto de la revista Perspectiva Ambiental - Electromagnetismo, de la Fundación Terra, mostrar como afecta éste al medio ambiente y a los seres vivos.
El artículo comienza refiriendo que es una contaminación invisible. El impacto del electromagnetismo sobre el medio ambiente puede alterar el planeta de formas que aún desconocemos: algunos animales como las ranas están desapareciendo de manera alarmante, diversos bosques mueren por causas desconocidas y los humanos sufren enfermedades que no habían padecido antes. La comunidad científica no se pone de acuerdo sobre los bioefectos de estos campos.
La vida necesita de las radiaciones naturales, pero las resultantes de la actividad humana pueden volverse en contra nuestra. Nuestro cerebro es un potente emisor electromagnético que queda afectado por las interferencias de ondas artificiales.
El sistema Tierra - Sol donde vivimos es básicamente una enorme máquina electromagnética y de la interacción energética del planeta con el Sol y el espacio interplanetario circundante, ha surgido la vida. La superficie de la Tierra esta sometida a la acción de los campos eléctricos y magnéticos de origen natural, los cuales tienen también una influencia sobre los organismos vivos. De hecho, los humanos no pueden prescindir de las radiaciones naturales como la electricidad, el magnetismo o la radioactividad para vivir.
La privación completa de radiación desencadena unos desequilibrios orgánicos y energéticos en el ser humano que ya observaron en los años sesenta los astronautas. Estos, aún disfrutando de unas condiciones físicas y mentales extraordinarias, empezaban a sentirse mal cuando traspasaban la ionósfera. Fue necesario utilizar la tecnología de neutralización electromagnética, para solucionarlo. Consistía en instalar generadores de campos biarmónicos en las naves espaciales, para restablecer el equilibrio vibratorio del ambiente terrestre y así mantener la salud de los astronautas.
El Sol es el causante de las principales perturbaciones magnéticas de la Tierra, como las tempestades solares y las influencias lunares. Las temperaturas solares pueden ser fuertes o recurrentes. Las primeras tienen origen con la llegada a la Tierra de una nube de partículas ionizadas que recorren la distancia Sol - Tierra y que provocan una gran inestabilidad. Cuando se producen, la economía se resiente (pérdida de rendimiento en el trabajo y múltiples bajas laborales ); las conductas antisociales (atentados, agresiones sexuales, intentos de suicidio) se incrementan, y los servicios de urgencias en los hospitales se llenan de falsos infartos. La alteración del flujo magnético solar afecta también a la electrónica, la radio, la televisión, desorienta las brújulas y bloquea los sistemas de navegación de los barcos y aviones.
Las influencias lunares tienen una menor intensidad energética. Se trata de alteraciones gravitacionales que causan el ciclo de las mareas, las variaciones mensuales de la savia de los árboles y actúan sobre los biorritmos hormonales de las personas. La Luna influye también modificando el campo electromagnético terrestre de forma muy significativa cada vez que se alinea con el Sol.
El campo magnético natural es saludable, incluso tiene una vibración (onda de Shumann) de 7,8 Hz que coincide con el nivel cerebral de máxima creatividad.
En la atmósfera se suceden importantes fenómenos electromagnéticos en directa interacción con las emisiones de la radiación solar y cósmica. La gran tensión eléctrica que se acumula en la atmósfera provoca cada día unas 50.000 tempestades en todo el planeta, con efectos globales sobre la tierra. Después de una tempestad, la atmósfera se carga de iones negativos, los cuales producen una sensación agradable, de frescor y relajamiento. La abundancia de iones negativos limpia la atmósfera de microorganismos patógenos, precipita el polvo y el polen, beneficiando principalmente a las personas alérgica, asmáticas o a aquellas que sufren enfermedades pulmonares.
Por el contrario, cuando predominan los iones positivos, se percibe una sensación de euforia, ansiedad, hiperactividad que a largo plazo, produce insomnio o depresión crónicas, agotamiento psicofísico, afecciones respiratorias e incluso la aparición de actitudes agresivas.
La sensibilidad magnética de los seres vivos podría explicarse por las minúsculas cantidades de magnetita que se han descubierto en algunas partes del cuerpo humano. Este mineral ferroso actúa como un imán. Es evidente que el ser humano posee una notable capacidad de orientación geomagnética, en desuso en el ámbito urbano pero muy presente entre las personas bien adaptadas a su medio, por ejemplo, los tuaregs que navegan sin equivocarse a través de kilómetros de dunas, o los navegantes polinesios.
De la misma manera, se tiene la certeza que la magnetita desarrolla un papel importante a la hora de explicar algunos mecanismos electromagnéticos de los animales, por ejemplo, que los peces se desplacen según el campo magnético terrestre, que las abejas se orienten y se comuniquen bajo la influencia de estos campos, que las aves migratorias estén dotadas de un mecanismo parecido a una brújula. El sexto sentido del electromagnetismo permite, incluso, a algunos animales predecir terremotos: los rebaños se dispersan, los pájaros cantan a una hora del día inusual.
Es universalmente conocido que las plantas utilizan la luz para hacer la fotosíntesis. En cambio, no lo es tanto, que las plantas tienen un sistema nervioso que funciona de manera similar al de los humanos, regulando la distribución del agua, la oclusión de las hojas ...
Muchas personas no son concientes de que el electromagnetismo es inherente a la anatomía humana: cada vez que un músculo se mueve se producen descargas eléctricas neuronales. Las ondas cerebrales son eléctricas; los enzimas (mensajeros químicos de nuestro cuerpo) están influidos eléctricamente; la división celular es eléctrica, el latido del corazón es eléctrico, y su interacción con los campos exteriores es parte ordinaria de su equilibrio físico y químico general.
La alternancia entre la luz y la oscuridad es el motor que marca el ritmo biológico. La glándula pineal, situada en el cerebro, es la que transforma la energía de la luz en estímulos adecuados para sintetizar y metabolizar sus productos el enzima serotonina y la hormona malatonina. Esta última es la encargada de regular el ritmo del sueño.
La investigación científica de estas últimas décadas ha aportado datos que demuestran que algunos de los conocimientos empíricos o filosóficos de otras culturas pueden ser reales. El flujo de energía, según los chinos, entre el ying y el yang, explica los efectos que nos producen las energías electromagnéticas del entorno, tanto en general como especialmente de los árboles y las plantas.
Un determinado diseño arquitectónico que inexplicablemente hace que no prospere ningún negocio o en el cual las personas incrementan su violencia se puede corregir con el arte milenario del feng shui.
Las imágenes del contorno de la energía de los seres vivos obtenidas con la cámara Kirlian se considera una visión imperfecta del aura estudiada por los monjes tibetanos y los filósofos esotéricos. El trabajo médico de la acupuntura estimula o corrige la propia bioelectricidad y modifica el aura. La comunicación telepática totalmente aceptada por la ciencia oficial, a pesar de ser una gran desconocida, evidencia que nuestro cerebro es capaz (en determinadas personas) de emitir pensamientos o conversaciones en forma de ondas electromagnéticas. La intuición de los chacras o centros espirituales de energía descritos también como centros magnéticos vinculados a glándulas de secreción interna puede que no sea tan esotérica como parece a simple vista.
Demasiado a menudo Occidente ha rechazado algunos conocimientos tachándolos de esotéricos. Desde la trasmutación de los minerales hasta el cuerpo astral nos pueden parecer sorprendentes, pero pensemos como nos lo parecen también las proezas de los chips o la manipulación atómica con la nanotecnología.
Concluye diciendo, y pienso del mismo modo: « La preocupación por el electromagnetismo debería llenarnos de voluntad para reflexionar y actuar para que no perjudiquemos lo más precioso que tenemos como seres vivos: nuestra energía conectada a la de todo el planeta dentro de un mismo sistema de relaciones cibernéticas.»
Puedes leer más detalladamente este tema en la publicación de Abril de 2000 - Perspectiva Ambiental, de la Fundación Terra.
Y como siempre quiero terminar este artículo con un vídeo ilustrativo de lo dicho aquí.
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