Refería en esta entrada que la educación hoy se orienta a las competencias básicas, pretendiendo adaptarla a la economía, es decir, formando alumnos sumisos que más adelante se convertirán en trabajadores sumisos, que se adapten a cualquier exigencia de la empresa, y pienso que diferente era allá y entonces.
En la entrada anterior hable de mis abuelos paternos, personas muy presentes en mi niñez ya que cada quince días, días más días menos, la familia acostumbraba visitar.
En el año 1956 se desató una epidemia de polio en la Argentina, afectó a varios niños en el pueblo donde vivíamos, ante el temor del contagio y como medida de precaución, a mi hermana y a mi nos llevaron al campo de aquellos abuelos. Cuánto espacio para jugar y descubrir, ... los pájaros, las plantas, andar en sulky, comer las frutas de los árboles.
En la quietud de la noche se escuchaba el golpeteo de las cubiertas de los camiones sobre el camino asfaltado, también a determinadas horas se podía escuchar el pitar de un tren y el rechinar de las ruedas sobre los rieles, allá lejos.
Recuerdo por las mañanas el mate cocido con galleta de desayuno, en la cocina grande, una mesa larga que por un lado tenía un banco tan largo como ella y por el resto de los lados sillas de paja, la cocina económica, que además de cocer los alimentos servía para calefaccionar el ambiente.
El campo de los abuelos se transformó en un lugar divertido, excitante, plagado de aventuras, descubrimientos y mucho afecto de aquellos seres que en el ocaso de sus vidas esas niñas le devolvían risas, inocencia, ternura y actividad física extra, invitándolos también a volverse medio aventureros, medio exploradores y repartidores de besos y abrazos, ante cada ocurrencia de las pequeñas.
Decía al comienzo de esta nota, que allá y entonces se vivía diferente, todos teníamos actividades que nos permitían aprender en el contacto directo con el hacer, nada de verlo por televisión o por internet, se desarrollaba la imaginación para habitar mundos extraordinarios.
Los adelantos tecnológicos permiten acceder a mucho conocimiento, sin embargo, en la niñez se tiene que priorizar el explorar y descubrir el entorno, experimentar en él, para luego sí investigar: cómo se llama esto o aquello, por qué sucede esto o aquello ...
Dejar que la escuela forme a nuestros niños no es buena idea, según entiendo, tenemos que ocuparnos por despertar en ellos la curiosidad por casi todo y ayudarlos a desarrollar un pensamiento crítico.
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