lunes, 12 de septiembre de 2011

Vida plena - Las Emociones además ...

En todas las emociones podemos reconocer dos componentes bien diferenciados según Wukmir . Un componente cualitativo, expresado mediante la palabra que utilizamos para expresar la emoción: amor, amistad, temor, inseguridad, etcétera; y otro componente cuantitativo, que se expresa mediante palabras de magnitud: poco, bastante, mucho, etcétera, según fue detallado en la entrada anterior.

Luego Wukmir dice, los organismos vivos disponen de mecanismos perceptivos que le permiten reconocer aquellos estímulos que son significativos para su supervivencia, también agrega, la percepción cubre sólo una parte del problema, porque además necesita saber si esto que ha percibido le es útil y favorable para su supervivencia o no, de allí surgen entonces las emociones, como mecanismos para detectar si le son útil o no.

Concluyendo: siendo la vida y la supervivencia lo positivo para un ser vivo, la emoción es el resultado de una medida o valoración subjetiva de la posibilidad o probabilidad de supervivencia del organismo, en una situación dada o frente a unos estímulos determinados.

Una breve reseña del papel de la cognición y el estado afectivo, presentado por Francesc Palmero, permite inferir cómo evolucionó el concepto de emoción y cómo impacta la subjetividad de los diferentes autores, al conceptualizar. Transcribo una apretada síntesis, para entender la dificultad en consensuar una definición, puedes ver el artículo completo aquí. (Entiendo que para los fines de este sitio lo descrito a continuación es suficiente.)

El estudio del concepto de emoción parece poner de relieve sus características funcionales (es una respuesta relacionada con la adaptación) y dinámicas (es un proceso básico). El estudio del papel que juega la emoción en los procesos de salud y enfermedad es imprescindible en nuestro tiempo, habida cuenta de lo importante que resulta la adaptación continuada a las múltiples demandas y exigencias que impone una sociedad, cada día más competitiva.

Tratar de definir una emoción parece una tarea relativamente fácil, porque todos "sabemos" qué es una emoción. Otra cosa es llegar a una aceptación consensuada en esas definiciones.

Como ha señalado recientemente Lyons (1993): "Las definiciones de la emoción no son más que modelos funcionales expresados en palabras, y es difícil concebir cómo alguien podría llegar muy lejos sin intentar formularlas" (p. 4). Sin embargo, son tantas las definiciones existentes que, probablemente, se ha dicho todo lo que es, e incluso mucho de lo que no es, una emoción.

El problema deviene irresoluble cuando tratamos de hacer congruentes tantas y tan diversas concepciones de la emoción. Dicho de otro modo, con estos presupuestos, definir el concepto de emoción, con la sana idea de coincidir con otros autores, muchas veces resulta una auténtica quimera.

Las emociones son complejos procesos que han sufrido los sesgos peculiares que imponen las tendencias dominantes en cada época; no hay más que echar un vistazo retrospectivo para contemplar cómo, desde la filosofía de los clásicos griegos hasta nuestros días, las concepciones acerca de la emoción no son sino la manifestación, una más, de las distintas escuelas, orientaciones y planteamientos vigentes en ese momento.

Las definiciones aceptadas sobre la emoción en una determinada época son el reflejo de la tendencia dominante en dicha época. En el ámbito filosófico, la teorización emocional ha ido a remolque y ha sido fiel reflejo de la teorización general acerca de la mente; en el ámbito psicológico, las teorizaciones acerca de la emoción se enmarcan en el más amplio espectro de la teorización sobre los mecanismos de adaptación general. En cualquier caso, los distintos argumentos planteados no tienen por qué ser considerados como antagónicos, contrapuestos o excluyentes. No hay razón para ello.

Probablemente, lo más sensato es considerarlos en un marco teórico mayor, donde tienen perfecta cabida, e incluso podrían ser entendidos como complementarios. La definición ofrecida por cualquier autor acerca de la emoción está reflejando sus predilecciones metodológicas y teóricas; está reflejando el paradigma en el que dicho autor se sitúa para investigar o teorizar; está reflejando, en definitiva, la influencia de alguno de los movimientos teóricos relevantes de ese momento.

Las teorías actuales acerca de la emoción reflejan, sin duda, las claras influencias del cognitivismo, del mismo modo que las que se plantearon en los 60 reflejaban las influencias conductistas, y las que se plantearon antes reflejaban la influencia dualista platónica, en forma de predominio de la experiencia interna.

El momento actual en el estudio de la emoción sigue reflejando la controversia respecto a los planteamientos afectivos o del sentimiento y los planteamientos cognitivos. Gran parte de la controversia existente entre ambas concepciones procede de la propia controversia que suscita la variable cognición.

El estudio de la emoción en tanto que proceso debe contemplar la estrecha interacción entre las dimensiones afectiva y cognitiva.

La emoción, implica la concienciación subjetiva (sentimiento), implica una dimensión fisiológica (cambios corporales internos), implica una dimensión expresiva/motora (manifestaciones conductuales externas) e implica una dimensión cognitiva (funcionamiento mental). El objetivo tiene que ver con la movilización general del organismo para enfrentarse a una situación más o menos amenazante o desafiante. Todas y cada una de las dimensiones parecen estar relacionadas con la mayor o menor propensión a experimentar un proceso disfuncional, un desajuste, una enfermedad e incluso la muerte.

Para concluir Palmero dice, "la emoción es un proceso básico, con características dinámicas y funciones adaptativas".

Dicho lo dicho, en el ámbito psicológico se dice que una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influido por la experiencia.

Las emociones, como ya fue dicho, tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violenta y más o menos pasajera.

En el ser humano, la experiencia de una emoción, generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.

Las emociones, al ser estados afectivos, indican estados internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos. De todas formas, es difícil saber a partir de la emoción cual será la conducta futura del individuo, aunque nos puede ayudar a intuirla.

Apenas tenemos unos meses de vida, adquirimos emociones básicas como el miedo, el enfado o la alegría. Algunos animales comparten con nosotros esas emociones tan básicas, que en los humanos se van haciendo más complejas gracias al lenguaje, porque usamos símbolos, signos y significados.

Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.

Charles Darwin observó como los animales (especialmente en los primates) tenían un extenso repertorio de emociones, y que esta manera de expresar las emociones tenía una función social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie. Tienen, por tanto, una función adaptativa.

Existen seis categorías básicas de emociones.

MIEDO: Anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad.
SORPRESA: Sobresalto, asombro, desconcierto. Es muy transitoria. Puede dar una aproximación cognitiva para saber qué pasa.
AVERSIÓN: Disgusto, asco, solemos alejarnos del objeto que nos produce aversión.
IRA: Rabia, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad.
ALEGRÍA: Diversión, euforia, gratificación, contentos, da una sensación de bienestar, de seguridad.
TRISTEZA: Pena, soledad, pesimismo.

Si tenemos en cuenta esta finalidad adaptativa de las emociones, podríamos decir que tienen diferentes funciones:

MIEDO: Tendemos hacia la protección.
SORPRESA: Ayuda a orientarnos frente a la nueva situación.
AVERSIÓN: Nos produce rechazo hacia aquello que tenemos delante.
IRA: Nos induce hacia la destrucción.
ALEGRÍA: Nos induce hacia la reproducción (deseamos reproducir aquel suceso que nos hace sentir bien).
TRISTEZA: Nos motiva hacia una nueva reintegración personal.

Los humanos tenemos 42 músculos diferentes en la cara. Dependiendo de cómo los movemos expresamos determinadas emociones u otras. Hay sonrisas diferentes, que expresan diferentes grados de alegrías. Esto nos ayuda a expresar lo que sentimos, que en numerosas ocasiones nos es difícil explicar con palabras. Es otra manera de comunicarnos socialmente y de sentirnos integrados en un grupo social. Hemos de tener en cuenta que el hombre es el animal social por excelencia.

Las diferentes expresiones faciales son internacionales, dentro de diferentes culturas hay un lenguaje similar. Podemos observar como en los niños ciegos o sordos cuando experimentan las emociones lo demuestran de forma muy parecida a las demás personas, tienen la misma expresión facial. Posiblemente existan unas bases genéticas, hederitarias, ya que un niño que no ve no puede imitar las expresiones faciales de los demás.

Aunque las expresiones también varían un poco en función de la cultura, el sexo, el país de origen etc. Las mujeres tienen más sensibilidad para captar mejor las expresiones faciales o las señales emotivas y esta sensibilidad aumenta con la edad. Otro ejemplo son los rostros de los orientales, especialmente los japoneses, son bastante inexpresivos, pero es de cara a los demás, porque a nivel íntimo expresan mejor sus emociones.

Las expresiones faciales también afectan a la persona que nos está mirando, alterando su conducta. Si observamos a alguien que llora, nosotros nos ponemos tristes o serio, e incluso podemos llegar a llorar, como esa persona. Por otro lado, se suelen identificar bastante bien la ira, la alegría y la tristeza de las personas que observamos. Pero se identifican peor el miedo, la sorpresa y la aversión.

Las emociones poseen unos componentes conductuales particulares, que son la manera en que éstas se muestran externamente. Son en cierta medida controlables, basados en el aprendizaje familiar y cultural de cada grupo:

Expresiones faciales. - Acciones y gestos. - Distancia entre personas. - Componentes no lingüísticos de la expresión verbal (comunicación no verbal).

Los otros componentes de las emociones son fisiológicos e involuntarios, iguales para todos:

Temblor - Sonrojarse - Sudoración - Respiración agitada - Dilatación pupilar - Aumento del ritmo cardíaco.

Estos componentes son los que están en la base del polígrafo o del "detector de mentiras". Se supone que cuando una persona miente siente, o no puede controlar, sus cambios fisiológicos, aunque hay personas que con entrenamiento, sí pueden llegar a controlarlo.

En fin, todas las personas nacemos con unas características especiales y diferentes, pero muchas veces, la manera que tenemos de comportarnos o de enfrentarnos a los retos de la vida, son aprendidos. Desde pequeños podemos ver como para un niño puede no ser bien visto llorar y expresar sus emociones, como en una niña. Todo esto lo adquirimos sin darnos cuenta, ya desde el momento en que venimos al mundo: nos comportamos como nos han "enseñado" a comportarnos.

Quererse a uno mismo, ser más generoso con los demás, aceptar los fracasos, no todo depende de lo que hemos heredado, por lo que hemos de ser capaces de seguir aprendiendo y mejorando nuestras actitudes día a día.

Que no es otra cosa que aprender a ser más inteligentes emocionalmente, en definitiva, a ser más felices.

He realizado un recorrido por las emociones, es tiempo de repensar lo apuntado, sin juzgarnos, como dije, se trata de aprehender a ser mejores personas, aceptándonos amorosamente y volviéndonos más conscientes de nosotros mismos, de nuestro Ser en el mundo.


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