miércoles, 16 de noviembre de 2011

Intuición o Suposición

Siguiendo con el tema de los Esquemas Mentales cabe preguntarse: - cuando decimos mi intuición me dice ... ¿ es en verdad intuición o suponemos que tal cosa es de determinada manera? -, veamos lo que dice Juan Antonio Currado, psicólogo argentino, al respecto.

Cuando suponemos algo … estamos evocando (consciente o inconscientemente) algún recuerdo que tiene alguna similitud con lo que está sucediendo en el presente; a partir de una experiencia previa particular, hacemos una generalización que puede ser asociada y aplicada a un hecho actual.

Hay veces en que una suposición se presenta disfrazada de intuición.

La intuición es un saber instantáneo, directo; no requiere de información previa, no esta mediado por ningún tipo de razonamiento ni deducción. En cambio, en la suposición interviene el pensamiento, el razonamiento, la reflexión.

Ejemplos de suposiciones hay montones a cada instante, uno sencillo: Caliento agua para prepararme un té y escucho el ruido que hace la pava cuando el agua alcanzó la temperatura deseada; a partir de esa experiencia particular hago una generalización que me permite entender que cada vez que escucho el mismo ruido significa que el agua ya está lista para preparar otro té.

El suponer es útil y económico. Su utilidad consiste en permitirnos disponer de sin números de experiencias colectivas e individuales almacenadas en nuestra historia cultural y personal. Su economía radica en que podemos proveernos de información apropiada procedente del pasado, en lugar de derrochar energía y tiempo haciendo un largo recorrido de ensayos, cada vez que queremos lograr algo.

La suposición lleva implícita alguna hipótesis, o sea que provisionalmente estoy estableciendo algo como valido hasta tanto la experiencia confirme o niegue su validez. Dado que la confirmación o negación de lo supuesto depende de lo que resulte de la experiencia presente, la funcionalidad del supuesto requiere del estar abierto a lo que acontece en el aquí y ahora, de manera tal que la información del pasado y la del presente se enriquezcan mutuamente.

Gracias a la información atesorada en el pasado vamos auto definiendo los propios puntos de vista, las creencias y los conocimientos con los cuales armamos el modelo del mundo a partir del cual basamos las suposiciones.

Lo aprendido puede facilitar el seguir aprendiendo o puede obstaculizarlo. Cuando la información que emana del presente deja de nutrir a lo que se aprendió en el pasado, entonces hacemos oídos sordos a lo nuevo que nos trae el presente y quedamos escuchando sólo las voces del pasado; la validez del supuesto deja de ser una hipótesis a confirmar o negar, y se transforma en un hecho inapelable.

El supuesto se convierte en disfuncional cuando nos alejamos de la posibilidad de ir experimentando las cosas tal como son, y nos ensimismamos en el como pensamos y creemos que son; entonces la suposición deja de ser útil y económica para ser inútil y costosa, porque la información que teníamos queda cristalizada, y su inadecuación al presente nos cuesta un sin fin de problemas.

Todos nos manejamos con suposiciones, de hecho suelen haber muchos supuestos en las relaciones entre las personas. Cuando las suposiciones son funcionales, todo marcha de maravillas.

Por ejemplo: Supongo que a mi pareja le va a gustar un obsequio sorpresa que tengo para él, y su evidente alegría al momento de abrir el regalo confirma la validez de mi suposición.

Las cosas se complican cuando confundo lo obvio (lo que se manifiesta externamente) con lo que pienso y/o siento respecto de lo obvio (lo que se manifiesta internamente); en tales casos la suposición se cierra en sí misma y deja de ser una hipótesis a confirmar para transformarse en una certeza que prescinde del aval de las pruebas.

Veámoslo con otro ejemplo: Carlos le habla a Eduardo y mientras que lo hace nota que Eduardo mira reiteradas veces para otro lado en lugar de mirarlo. Esto le recuerda a Carlos una penosa experiencia de su pasado en la que a quien le hablaba realmente no le interesaba lo que él le decía, por esto que en vez de mirarlo se distraía con otras cosas; así es que motivado por aquella experiencia previa y prescindiendo en el presente de alguna prueba emite el siguiente veredicto:

a Eduardo no le interesa lo que estoy diciendo

y reacciona en consecuencia. En este caso, lo obvio es que Carlos habla y que Eduardo mira hacia otro lado. Cuando Carlos supone que el significado de la acción de Eduardo es que a éste no le interesa lo que le esta diciendo, en realidad eso es lo que siente y piensa respecto de lo que observa. Aquí es cuando la experiencia de su universo interno reemplaza la experiencia del universo externo, entonces la suposición adquiere categoría de concluyente afirmación.

Es contraproducente olvidar las experiencias vividas en el pasado; pero si se circunscriben la riqueza de los matices del universo presente sólo a las experiencias pasadas: quedará un universo de pobres matices.

Si ante un hecho presente se activa internamente una emoción y/o pensamiento que tiene su origen en el pasado, puede que ocurra porque hay alguna “herida” abierta que esta pidiendo que la ayuden a “cicatrizar” o que esa “herida” ya haya sanado y que este disponible como aprendizaje para no “chocar dos veces como la misma piedra”. Sea cual sea el caso, es útil reconocerlo y es legítima su presencia. Pero, no obstante, esto no da derecho a reducir el significado de la experiencia de la otra persona al significado de mi propia experiencia.

Siguiendo con el ejemplo de la persona que no es mirada cuando habla, en base a su experiencia previa puede suponer un significado al hecho de que no lo miren, pero es muy probable que se haga daño a sí mismo (al otro y a la relación) el dar por sentado que el que no sea mirado signifique con certeza lo que él supone que significa.

En base a la experiencia previa puede hacerse suposiciones a modo de hipótesis, pero sin olvidarse de confirmarla o rectificarla lo más objetivamente posible conforme todos los datos presentes. La tarea consiste en distinguir y diferenciar lo que se manifiesta en mi exterior, de aquello que se manifiesta en mi interior; es decir, no confundir lo obvio (lo que se manifiesta fuera de mí) de lo que pienso y/o siento respecto de lo obvio (lo que se manifiesta dentro de mí).

Para constatar o no el supuesto, muchas veces también puede ayudarnos la persona destinataria de dicha suposición.


Si el tipo de relación lo permite, se le puede contar a la otra persona cual es el supuesto que hago cuando veo que hace o dice tal cosa … y preguntarle, para que el otro confirme si dicha suposición es verosímil. Retomando el ejemplo anterior, sería decirle algo así:

Cuando te hablo y estás mirando para otros lados, me siento desvalorizado y supongo que no te interesa lo que te estoy diciendo. Como no quiero manejarme únicamente desde los supuestos te pido que me digas si cuando miras para otro lado es porque verdaderamente no te interesa, o si lo haces por algún otro motivo

o simplemente decirle:

Veo que cuando hablo no me miras y en cambio miras para otros lados.
¿ Podrías decirme porque lo haces ?

Cada persona y cada tipo de relación tienen su singular estilo de comunicación; sin caer en “recetas” validas para todos, cada uno buscará su mejor manera de corroborar con el otro la validez de su supuesto.

Pueden ser múltiples los motivos por el cual el otro mira a otros lados y no a quien le habla.

Hasta podría ocurrir que ni siquiera había reparado en eso que hace, o que lo sabía, pero ignoraba que el hacerlo hacia sentir mal a quien le hablaba. Claro que también puede que no le interesara lo que le estaban diciendo; pero sea cual fuera la respuesta, se estará propiciando un diálogo a partir de lo que a cada uno le pasa, en lugar de encerrarse en el monólogo de la eterna suposición.

Al preguntar estoy abriendo mi universo interno para contactar con el universo interno del otro, es una invitación a que cada uno sepa algo más del otro. Puede resultar que a partir de eso se fortalezca el vínculo o hasta podría suceder que se debilite, pero pase lo que pase… siempre será mejor que lo que ocurra sea producto de realidades concensuadas y no de irrealidades imaginadas.



No hay comentarios: